Hay veces que la política engendra extraños compañeros de viaje. El camino imposible hacia el ilusorio secesionismo catalán respecto a España ha tenido su culminación, tras semanas y semanas de desgobierno del ya expresidente Mas, este pasado fin de semana con el acuerdo in extremis entre Junts pel Sí y los antisistema de la CUP. Con este acuerdo se reaviva, por un lado, el soberanismo, aquel que no consiguió ser mayoritario en votos en las pasadas elecciones autonómicas del mes de septiembre, haciendo president al señor Puigdemont; del ala más nacionalista de Convergencia Democrática de Cataluña o como se llame ahora. Y por otro, deja tocada a la propia formación de la CUP que ha sido obligada a firmar un pacto que tiene puntos de difícil digestión para sus propios votantes. Me lo van a permitir pero leyendo el texto íntegro del acuerdo sólo me sale una frase: humillación, y ahora que lo expliquen. Sí, que expliquen lo acordado y que viene a decir:

1) La CUP no podrá votar nunca junto a los grupos contrarios al proceso de independencia y/o al derecho a decidir si se pone en peligro la estabilidad parlamentaria. Y yo añado: ¿aunque estos grupos propongan propuestas sensatas, justas y necesarias para los ciudadanos? 2) La CUP permitirá investir a la persona propuesta por el actual presidente (señor Mas) de entre los del grupo de Junts pel Sí. 3) La CUP asume errores en su beligerancia y defensa de sus planteamientos políticos y acepta que ha puesto en peligro el proceso hacia la independencia. 4) La CUP entrega dos diputados a Junts pel Sí, y acepta renovar miembros de su grupo parlamentario para hacerlo más coherente con el acuerdo firmado.

En definitiva, los antisistema de la CUP se han hecho el harakiri este fin de semana. Tras su asamblea, donde casualidades de la vida hubo un empate a 1.515 entre los que apoyaban investir a Mas y los que no, su posterior posicionamiento contrario a la investidura, y ahora con este pacto contrario a su propia génesis política (pactan estabilidad del sistema, participan de un sistema político y acuerdan no votar propuestas con otros que no sean los de Junts pel Sí, aunque sean de justicia social), la formación anticapitalista ha decidido hacerse un harakiri cuyas consecuencias serán vistas a medio y largo plazo. En este proceso agónico quien realmente sale fortalecido es Oriol Junqueras y su formación ERC (Ezquerra Republicana de Cataluña), que serán los que se lleven el gato al agua en futuras convocatorias electorales. Conseguirán atraer votantes nacionalistas de lo que quede de Convergencia Democrática de Cataluña o su nueva marca Democracia y Libertad, y también de aquellos votantes defraudados con la pirueta de la CUP. Tiempo al tiempo. Pero la pregunta del millón es: y ahora, ¿qué? Pues, desde mi humilde punto de vista, el choque de trenes es ya imparable, entre aquellos que pretenden vulnerar la ley y el conjunto del Estado. Con la actual Constitución Española los pasos unilaterales que el president Puigdemont vaya dando hacia una hipotética República Catalana serán contestados y anulados como lo fue aquella declaración de intenciones del pasado 9 de noviembre. El camino hacia el soberanismo en Cataluña, de manera unilateral, es imposible. Que nadie lo dude, y ellos lo saben.

Mientras esto sucede en Cataluña, llevamos días viendo a los nuevos parlamentarios elegidos tras las elecciones generales del 20D pasar por el Congreso de los Diputados a recoger sus actas de diputados. Ha entrado aire fresco, aunque la vestimenta es sólo parte de una estética. Algunas escenas me han recordado aquellos primeros años del socialismo democrático en España -que lejos quedan- cuando se acudía al escaño con chaqueta de pana o cazadora de cuero. Lo realmente importante no es la vestimenta sino las decisiones políticas que se tomen en beneficio o no de la gente. Y aquí quiero hacer un comentario sobre las medidas puestas en marcha por el Gobierno de la Generalitat Valenciana, a partir de este mes de enero, y que demuestran que se puede gobernar pensando en el interés de la gente: congelación de los billetes de transporte en los ferrocarriles de la Generalitat, del Tram y de los autobuses Interurbanos TAM; pago de las prestaciones de la dependencia, así como la eliminación del copago farmacéutico para los pensionistas que tengan rentas por debajo de los 18.000 euros al año. Tampoco habrá copago farmacéutico para las personas con discapacidad. Son todas medidas sociales que beneficiarán a varios cientos de miles de ciudadanos en nuestra Comunidad. Es evidente que se puede gobernar de otra manera, pensando en las personas.

Hay quienes deciden actuar a espaldas de la gente, con harakiri y humillación incluida, y otros que gobiernan con sensibilidad social. Ni más ni menos.