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Jorge Fauró

Cataluña, los Magos, el Caso Nóos

Si será Alicante la Tierra Prometida, que mientras en otras latitudes el mayor número de comentarios en bares y en redes sociales (que viene a ser lo mismo, salvo que inexplicablemente a las últimas nos las tomamos en serio) se los lleva Cataluña o el juicio de la Infanta, aquí seguimos enfrascados, dos mil años después, en los Reyes Magos. No estamos solos. Madrid también ha tenido lo suyo con este asunto. Somos definitivamente torpes. Torpes los Magos por una visita innecesaria a una exalcaldesa implicada en varias causas judiciales; torpe Sonia Castedo por difundir lo que, según los Magos, era un acto privado (el acto no es privado si se acude a la visita en un vehículo público); torpe el Gobierno municipal por entrar al trapo de semejante desvarío, poniendo el foco en una veleidad que poco dice de su capacidad para seleccionar los asuntos que de verdad importan a los alicantinos (el empleo, el bienestar social, la escena urbana). Pero nosotros, a la nuestra. Mientras tanto, JxSí y la CUP consumaron ayer el comienzo del estadocidio. Desde el Partido Popular se está intentando cargar en el líder socialista, Pedro Sánchez (y en sus posibilidades de sumar un gobierno de izquierdas), la responsabilidad de las futuras negociaciones con el canciller Puigdemont, como si en la noche del 20 de diciembre no hubiera quedado claro que desde el balcón de la calle Génova se dijo que el PP había ganado las elecciones. La responsabilidad, por tanto, es de Mariano Rajoy, y en democracia debe primar la máxima de dialogar y dialogar y dialogar, y cuando ya no haya nada más que dialogar, seguir dialogando. Pero este país nuestro querido tiene otra oportunidad más de demostrar que puede estar a la altura. El nivel de una nación no se mide por una foto en la Casa Blanca con los pies sobre la mesa, sino en juicios como el que arranca hoy en la Audiencia Provincial de Baleares. Seis años después del inicio de la instrucción, se juzga el caso Nóos, sobre el supuesto desvío de 2,6 millones de euros de dinero público a empresas del cuñado de Felipe VI y, subsidiariamente, a la caja común con la infanta Cristina, ya ex duquesa de Palma. En juicios como éste se abraza la confianza en la Justicia o se pierde definitivamente la fe en una institución y en un país. Si nada sabía, nada conocía y nada recuerda la Infanta de los negocios de su marido, entonces, benditos sean los reyes, pero los Magos, los de Madrid y los de Alicante. Nos dormimos el 5 de enero creyendo que vendrán de verdad.

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