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Jorge Fauró

Puigdemont y los setze jutges

Si Mas les parecía un político enrocado en el independentismo, espérense a conocer a su sustituto, Carles Puigdemont. Leyendo perfiles de quien está llamado a ser presidente, previo acuerdo con la CUP, Artur Mas es Bob Esponja al lado del alcalde de Girona. Lo dije la semana pasada en esta misma columna: uno es antisistema (la CUP) hasta que tiene en su mano el futuro de millones de personas y antepone su lado burgués a dos semanas a la intemperie para exigir la nacionalización de la banca. Burguesía catalana pactando con burguesía catalana es lo que hicieron ayer Junts pel Sí y la Candidatura d'Unitat Popular. Pero vayamos a Puigdemont, con cuya investidura prevén evitarse nuevas elecciones y continuar el camino hacia la soberanía y la segregación. Así juró su cargo de alcalde: «Anuncio que resto a disposición del nuevo Parlamento, del presidente y del Gobierno de la Generalitat de Catalunya que surja de las elecciones del 27 de septiembre de 2015 para ejercer la autodeterminación de nuestro pueblo y proclamar, junto con todas nuestras instituciones, el estado catalán libre y soberano». Hasta conocer el juramento me parecía mucho más difícil lo de la parte contratante de la primera parte. Allá va otra perla, esta de hace tres años: «Los invasores serán expulsados de Cataluña, como lo fueron en Bélgica, y nuestra tierra volverá a ser, bajo la República, en la paz y en el trabajo, señora de sus libertades y sus destinos. ¡Viva Girona y Viva Cataluña Libre!». Durante el sitio de Barcelona (1713-1714) de la Guerra de Sucesión Española, los resistentes barceloneses utilizaban como protección para el asedio un santo y seña difícilmente pronunciable para las tropas borbónicas no catalanoparlantes. Decía así: «Setze jutges d'un jutjat mengen fetge d'un penjat». Ni Aznar en la intimidad, me atrevo a afirmar. Exagero si digo que a Rajoy o a Sánchez (que esa es otra) les va a tocar aprenderse el refranero catalán, pero de los barros de una política estatal pusilánime, cicatera para las clases medias, nefasta para los más necesitados y permisiva con la corrupción nacen estos lodos donde el señor Puigdemont se va a regocijar viendo cómo chapotean los dos grandes partidos. El santo y seña acababa de la siguiente manera: «Si el penjat es despenja es menja el fetge dels setze jutges tots plegats». Si el ahorcado se descuelga se come el hígado de los dieciséis jueces juntos. Y los independentistas catalanes acaban de descolgarse.

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