El pasado 19 de diciembre, día de reflexión, fui a ver la película «Sufragistas», que refleja la lucha de las feministas inglesas por la consecución del derecho al voto a través de acciones que suponían la alteración del orden público. No siempre fue así pero, ante la insatisfactoria o nula respuesta de las instituciones públicas a sus justas demandas, decidieron cambiar la estrategia de simples protestas y peticiones pacíficas desarrollada durante medio siglo. Vamos, que se les agotó la paciencia y pasaron a la acción. Durante toda la película tuve muy presentes todas las violencias machistas y, especialmente, a las cinco asesinadas por sus parejas o exparejas durante la campaña electoral y la nula o escasa atención social, mediática y política que suscitó este terrorismo machista. En la noche del 20 de diciembre, apenas confirmados los resultados electorales comenzó la aritmética de los pactos y las líneas rojas por aquí y por allá que no suponen más que la lucha por el poder y así seguimos. Desde entonces y hasta el momento en que escribo esto ya he perdido la cuenta de la cantidad de concentraciones realizadas por las víctimas mortales de este terrorismo machista. Mónica, Marina, Dima, Anna, Cándida y la bebé Maja fueron asesinadas antes de que acabase 2015 y hemos comenzado 2016 y violentos machistas han acabado con la vida de sus parejas: Mariana, de Silvia, de M.P.G. Y también de otras mujeres que utilizaron como objetos sexuales: una en Arenys de Mar, violada por el que tenía que cuidarla en la residencia de ancianos y otra en Málaga, estrangulada por un putero que luego le prendió fuego a la casa para borrar sus huellas ¿Y qué hacemos ante eso? Minutos de silencio. Por favor, déjenme tomar aire que me ahogo.

A eso, al silencio, nos han condenado toda la vida ¿Y quieren que guardemos más minutos de silencio? ¿Y ya está? Todos los países de la Unión Europea reaccionaron frente a la ejecución de 47 presos por la petromonarquía de Arabia Saudí el pasado 2 de enero pero nunca les ha importado que las mujeres allí valgan menos que nada. Silencio. Ahora, tras las masivas agresiones sexuales a mujeres en Alemania durante la nochevieja, han encontrado una nueva excusa para la xenofobia, como si esta cultura de la violación, sobre la que siempre pesa el silencio, no fuese también patrimonio europeo.

Pienso cada vez más en ese cambio de estrategia que protagonizaron las sufragistas o en las Gulabi Gang y no les voy a negar que sueño, como la protagonista de la saga Millenium, con una cerilla y un bidón de gasolina. Y es que ante tanto silencio le dan a una ganas de?