Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Sempere

Yo me bajo

Viendo las inevitables imágenes de los resúmenes del año, cada vez más banales y menos analíticos, a uno le dan ganas de abandonar, de proclamar «yo me bajo, ahí os quedáis», aislarse en un monasterio, bajarse del carrusel, cortar de cuajo con esta vorágine. El año 2015 no pudo comenzar peor, con el primer día laborable, ese 7 de enero con el que soñamos quienes gozamos de la normalidad como del bien más preciado, mancillado por los horribles asesinatos de París. A partir de ahí siguió la deriva, y «refugiados» se convirtió en palabra del año, y el niño Aylan un pesar colectivo bien hondo. Y el verano más achicharrante de cuantos recordamos. Y tantos infortunios más.

La noche de fin de año volvió José Mota para supuestamente pasar revista, con mirada ácida, lo acontecido en el año. Pero le ocurrió lo mismo que el 24 de diciembre a Su Majestad. Se olvidó de la corrupción. Las parodias más logradas de la noche fueron las de las alcaldesas Ada Colau y Manuel Carmena. Pero las ausencias a cualquier cameo relacionado con los Pujol, Rato o Bárcenas provocaron un agujero negro que invalida el relato como espejo satírico de lo que ocurrió durante este año aciago. Recordemos que los 4.855 morosos de la lista de Montoro, con una deuda total a Hacienda de 15.600 millones de euros, duró un Telediario. Literal. Al día siguiente los titulares se fueron con su música a otra parte.

Me queda un consuelo. Y no pequeño. Cuando analizo, en círculos concéntricos de poder, cuáles son los mandatarios que el destino ha alineado cohabitando a estas alturas de siglo XXI, me alivio. Contar con Barack Obama en la presidencia de los Estados Unidos (qué conmoción verle llorar de verdad por el asunto de las armas), con un Papa como Jorge Bergoglio en El Vaticano, con un Rey como Felipe VI y una reina como Letizia en la Zarzuela, y descendiendo hasta lo más próximo con un alcalde como Javier Esquembre en mi pueblo, es una conjunción difícilmente superable. Si los círculos concéntricos que quedan por completar estuviesen a la altura, ya sería el acabose.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats