Nos hemos pasado los últimos dieciocho meses visitando las urnas por motivos electorales: europeas, andaluzas, municipales, autonómicas, catalanas y generales? y aquí estamos, a 5 de enero de 2016, sin gobierno en Cataluña y sin gobierno en España.

En lo que respecta a las elecciones generales, hay varios partidos (PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos,?) que dicen haber ganado las elecciones y, tres semanas después, siguen platicando en ese circo de las tertulias televisivas.

Entre los partidos políticos, que «han ganado las elecciones», hay tres que representan más del 72% de la Cámara de Diputados, pero que parece que no se ponen de acuerdo, aunque todos dicen defender la unidad de España, la lucha contra el terrorismo y la modificación sosegada de la Constitución.

Claro que el PSOE, cuando se refiere al cambio en la Constitución, habla de un Estado Federal ; pero ¿no es el Estado de las Autonomías un Estado Federal en cuanto a la distribución de poderes? ¿tienen más competencias los Lander alemanes, los Estados Federales de USA, o de Méjico, o de Venezuela, que las Autonomías en España? Entonces de que estamos hablando, de simple semántica, de llamar Estado a lo que es Región o Ente Autonómico; no estaría de más que leyesen algún libro de Derecho Constitucional o de Teoría del Estado, si es que los conceptos politológicos no han cambiado recientemente,

Otro partido, Ciudadanos, parece que propone competencias arrancadas al Estado español para detener el proceso de canibalización del mismo, que se ha producido en las últimas décadas, por mor de que los gobiernos gozasen de estabilidad.

Finalmente, el PP, ahí está como la Puerta de Alcalá «viendo pasar el tiempo», abierto a negociar una reforma constitucional, pero, aparentemente, sin ninguna iniciativa o propuesta.

Viendo la actuación de los partidos constitucionalistas y el espectáculo que están dando algunos de sus representantes, con una incapacidad manifiesta de negociación, nos hace pensar que la estulticia está sentando cátedra.

Y mientras tanto un tal Mas «El Astuto» programando la desconexión de Cataluña del resto de España y, hoy, llorando porque no le apoya el CUP. En fin, si no fuera porque estamos en fiestas, sería para echarse a llorar; bueno, igual empezamos a hacerlo el próximo lunes.

Estamos en una crisis, que parece que empezamos a superar y, con independencia de las cuestiones económicas, han aflorado múltiples casos de corrupción, que han afectado a los partidos gobernantes en los distintos niveles: PP, PSOE, Convergencia y Unió, PNV, Izquierda Unida,? Vamos, que ha habido una cierta transversalidad en el sentido de que se han corrompido los que han tenido el poder, los que han «tocado pelo». Y de esto son culpables los políticos corruptos, pero también los que han «mirado para el otro lado», esa parte de la sociedad civil que ha sido cómplice necesaria de la década prodigiosa del pelotazo. Todo este discurso contra la corrupción ha propiciado que se hayan promulgado algunas leyes para tratar de evitarla en el futuro y todos los partidos en sus campañas apuestan por ello.

Después de seis meses de gobiernos municipales «progresistas», existe preocupación en los que no votamos esa opción y, lo que es peor, empieza a existir cierta preocupación por parte de los que los han votado; los problemas ciudadanos no se resuelven a golpe de ocurrencias, ni cambiando de sexo a los Reyes Magos, ni trasladando los Belenes,? Y, mientras tanto, anda un tal Pablo Iglesias presentándose como mesías, con la referencia contrastada del éxito social del gobierno chavista de Venezuela.

Indudablemente tanto el PP, como el PSOE y Ciudadanos, tienen poco tiempo para decidir si dan una salida a los problemas de gobernabilidad de España, con el actual reparto de fuerzas, o si deciden tirar nuevamente los dados, optando por otras elecciones.

Si la opción es una nueva convocatoria electoral, votaré, indudablemente, a un partido que lleve en su programa medidas para prevenir, perseguir y erradicar la corrupción, pero sobre todo al que incluya alguna iniciativa de Ley contra la Estulticia, que contemple medidas para protegernos de los políticos necios.

Es la hora de que nuestros representantes públicos dejen las ocurrencias, la visión cortoplacista y empiecen a preocuparse por el bienestar de todos los ciudadanos, pues corren el riesgo de traernos al recuerdo lo que el regeneracionista Lucas Mallada, hace 120 años, en su libro Los males de la patria y la futura revolución española. Consideraciones generales acerca de sus causas y efectos, 1890 aseveraba «? fuera de contadas ocasiones, las cualidades de los políticos españoles son las siguientes: la más crasa ignorancia en los fundamentos del difícil arte de gobernar, la osadía y la falta de aprensión proporcionales a dicha ignorancia; el espíritu de discordia y rebeldía en relación con su inmensa soberbia; la veleidad y ligereza en armonía con su aturdimiento, la ingratitud y la doblez indispensables para su ambición ilimitada».