Empieza el mes de enero, y experimento una extraña sensación, pues de un lado, pienso que en el año pasado sucedieron muchas cosas, y muy rápidas, pero por otra parte, mi sentimiento es el de un sueño del que, al despertar, me encontraré en el año anterior, o quizá aún más lejos, en una etapa más distante, o hasta puede que, en un mes de enero que sienta tan cercano, y tan inmediato, como si fuera intensa y precisamente el que estoy viviendo hoy.

Y es que el tiempo es misterioso y subjetivo, extraño y paradójico, y a veces parece que vuela y otras que se encoge, y quizá todo depende de la perspectiva y de la atención, o puede que de nuestra interna percepción, y así el reconocido neurocientífico estadounidense David Eagleman explica con ingenio su convencimiento de que la vida pasa más rápida a medida que nos hacemos mayores por el gasto energético de nuestro cerebro cuando procesamos la información, de modo que, cuando la experiencia es nueva, nuestro cerebro gasta más energía porque prestamos más atención y registramos más detalles que cuando la práctica es mas repetida, y como la mayoría de cambios y descubrimientos se registran en la niñez y juventud, durante esos años parece que el tiempo es mas largo, de modo que para sentir que nuestra vida sea más atractiva y prolongada debemos hacer actividades nuevas y distintas cada día.

Y deduzco que el tiempo cronológico no es el mismo que el tiempo psicológico, porque no se vive igual una hora en una prueba médica que en un espectáculo musical o deportivo, y así podríamos seguir hablando del tiempo y de su apreciación y percepción, para llegar finalmente a la manifiesta conclusión de apreciar y dar valor a las cosas que nos suceden, y a las personas que amamos y queremos, así como de adoptar una conducta de gratitud y de reflexión sobre todo lo que nos sucede cada día.

Y es que el tiempo pasa, pero nunca es demasiado tarde para hacer aquello que sabemos que tenemos que hacer o para ser quien queremos, pues depende de nosotros procurar sentirnos orgullosos de nuestra vida, y en paz interior, y es que cada momento de nuestra existencia implica una posibilidad de cambio.

Y llega el mes de enero, con su especial significado, y aparecen las ideas e ilusiones de nuevos proyectos y cambios, y es mi deseo que la ilusión y el optimismo estén presentes en todos y en cada instante, y que aprendamos a sentir, con plenitud, intensidad y conciencia, cada día, cada mes, y cada momento.