Son muchas las reflexiones que los socialistas debemos hacer tras el fraccionamiento del voto de izquierda en esta última cita electoral. Sin embargo no podemos hacerlo sin asumir antes la más evidente de las causas. Este país ha cambiado.

Esta ya no es la España en blanco y negro y del bigote de José Mª Íñigo. El relevo generacional preso de la desigualdad forzada por las políticas austericidas del Partido Popular ha aportado sin previo aviso una versión transformadora de la justicia social y una percepción de la distancia entre las élites y el resto de ciudadanos que está más que justificada, así lo hemos entendido los socialistas. Los recortes del Partido Popular han creado más oportunidades para menos personas polarizando la masa social y distanciando a los más privilegiados de aquellos que cada día han visto su futuro más incierto. Esta España que Rajoy nos deja es distinta, no cabe duda. El obrero de ayer pasa hoy por los autónomos que subsisten a la falta de crédito; a las amas de casa que no votan ya desde la parroquia sino desde su criterio espontáneo; pasa por los pensionistas que sostienen la economía de hijos y de nietos; por los estudiantes obligados a dejar de crecer por las elevadas tasas; y cómo no, pasa también por la masa social trabajadora que siempre ha estado con el Partido Socialista y que hoy vuelve a concienciarse de su legítimo derecho a disponer de las mismas oportunidades para crecer y vivir dignamente.

Este es hoy es un país más desigual, pero con un firme compromiso social que ha sabido evolucionar a un ritmo tan elevado que en ocasiones a la política le ha costado seguir. Un ritmo que los socialistas hemos asumido como propio y que defenderemos a pecho descubierto acompañado de la confianza de los ciudadanos porque es ese ritmo y no otro, el que volverá a convertir a España en un país de igualdad de oportunidades, pese a la tentación de modelos extremos y obsoletos de cambiarlo por estribillos pegadizos que en verdad no aportan soluciones y que esconden tras él una lista de «debes» nada asumibles para la convivencia territorial de los ciudadanos.

Los españoles quieren cambio, eso es indiscutible y los socialistas debemos estar unidos en ese proyecto. Le legislatura de Mariano Rajoy ha sido la legislatura de la corrupción, de los recortes y también la de una gratuita ruptura territorial que solo ha servido como alfombra para quienes han querido tapar bajo ella los verdaderos problemas de los españoles. La actitud del Partido Popular en estos cuatro años ha minado gravísimamente la relación territorial con Cataluña y hoy lo pagamos los ciudadanos. Por ello el Partido Socialista no votará a favor de ninguna investidura que suponga continuar con un gobierno que fomenta la ruptura territorial y llama recuperación a la desigualdad, como tampoco acordará pacto alguno que imponga cometer un error para satisfacer los intereses de la derecha nacionalista catalana y dé continuidad a la legislatura de la ruptura que hemos sufrido en estos cuatro años de Rajoy.

Hoy toca ser valientes hacia dentro y hacia fuera. El modelo socialdemócrata es el único que responde a los derechos sociales de quienes realmente nos motivan al servicio público, así como nuestro modelo de una España federal es el único que garantiza la convivencia de los ciudadanos en un nuevo marco del que todos podamos sentirnos orgullosos y que siembre precedentes positivos en la historia de Europa. La ciudadanía ha hecho una llamada de auxilio a un PSOE moderno y sin complejos que no busque identificarse con la calle con política en blanco y negro y sí lo haga entendiendo la nueva realidad social, es por ello por lo que debemos responderles con la misma pasión con la que conseguimos la práctica totalidad de los derechos sociales de este país, sin crispación territorial y también sin compromisos independentistas. Porque quien prioriza la autodeterminación impuesta a los avances sociales está pervirtiendo una democracia por la que la izquierda ha luchado muchas décadas. Por ello hoy los socialistas somos más necesarios que nunca y estaremos sin duda a la altura.

Hagamos realidad que tras la crispación de la derecha venga la convivencia de una España moderna, profundamente dialogada entre todas y todos y orgullosa de norte a sur del resultado. Sin imposiciones, con sentido común y corazón socialista.