H oy, seis de enero de 2016, el socialismo ilicitano cumple 125 años. El día de Reyes de 1891 nacía la Agrupación Socialista Ilicitana en la calle Retor, en la casa de Juan Bautista Sala Maciá, histórico e inquieto ilicitano que fuera creador de la trascendental institución asistencial Círculo Obrero Ilicitano.

Y lo hizo en el marco de un sistema político, la Restauración, ideado por Cánovas, que se basaba en el fraude electoral y en el control social ejercido por los caciques locales que aseguraban la estabilidad del régimen. En Elche dos caciques «urbanos», Andrés Tarí y Manuel Gómez Valdivia, que se alternaron en varias ocasiones como líderes del Partido Conservador y Partido Liberal, controlaban la vida política.

La aparición de la Agrupación Socialista iba a suponer un fuerte revulsivo en la tediosa vida política local entregada a la alternancia irremediable entre conservadores y liberales. Cabe distinguir dos etapas en la historia del socialismo local.

La primera va desde su nacimiento hasta 1909. Esta fase puede caracterizarse como de testimonialismo político y compromiso social. Políticamente el PSOE defendió a nivel nacional la tesis de presentarse a las elecciones. De manera testimonial. Sabiendo que el régimen del fraude nunca le dejaría ganar. Con el simple objetivo de dar a conocer su programa, una relación de reivindicaciones de derechos civiles, políticos, sociales y laborales que hoy están consolidados - ¿o no? - pero que entonces eran un sueño. Pero siempre se negó a llegar a alianza alguna con las distintas familias republicanas que hubiese sido más eficaz para erosionar el régimen turnista, siguiendo la tesis que Pablo Iglesias impuso con su autoridad personal y moral sobre el conjunto de la organización, en virtud de la cual ello significaría alinearse con la burguesía. Cuando García Quejido, con una visión más pragmática, propuso la revisión de esta estrategia, la Agrupación Ilicitana votó «no» por unanimidad y decidió seguir en la posición del fundador. Por tanto, la participación política local del socialismo ilicitano se caracterizó por su ausencia de convicción, cuando no por verse envuelto en algunos de los enredos a los que eran tan dados los políticos dinásticos. Sin embargo, socialmente dio lo mejor de sí. Los amañados escrutinios electorales nunca le permitieron un resultado digno, pero consiguió ganar las elecciones en 1903 al Círculo Obrero Ilicitano que el PSOE local convirtió desde entonces en el único estado del bienestar. Allí puso al maestro, al médico, la asistencia social, la cultura y la solidaridad. Antes había puesto en pie de lucha a la ciudad en la huelga de costureros de ese mismo año durante ocho meses, que llevó a la ocupación militar de la ciudad y que se aguantó gracias a las 7,5 pesetas semanales con que la UGT a nivel nacional subsidió a los huelguistas ilicitanos. Esta actitud de compromiso y entrega solidaria del socialismo prendió hondamente en los sectores populares que acabaron identificando al PSOE local como suyo más allá de las convicciones políticas.

La segunda etapa se inició con la aparición en 1909 de la Conjunción Republicano Socialista superando los viejos prejuicios. El PSOE fue el auténtico líder de aquella coalición. Las familias republicanas, que reclutaban sus adeptos entre las clases medias, tenían en Elche problemas debido a su polarización social. El vacío existente en la sociedad ilicitana entre el propietario y el jornalero, entre el empresario y el obrero, dibujaba un sistema político radicalizado entre los partidos dinásticos -propietarios y fabricantes- y el PSOE -jornaleros y obreros-. El socialismo ilicitano puso toda su capacidad organizativa y de movilización al servicio de la nueva coalición que iba a hacer tambalear el régimen canovista. El PSOE aprovechó esta coyuntura para ensanchar su militancia y electorado entre profesionales y clases medias. Y nunca descuidó su vocación social. En 1917 protagonizó con gran vigor la huelga general y se volcó con la sociedad ilicitana cuando el lock-out empresarial de 1921 dejó a la ciudad al borde del hambre y la miseria. Afianzó, así, su lugar en el corazón de los ilicitanos.

La más que discutible pasividad socialista en la Dictadura de Primo de Rivera fue aprovechada por la agrupación para reconstruir su militancia, muy mermada por el desgaste de las luchas sociales tras haber sido la más numerosa de todo el País Valenciano, y fortalecer la organización. Ello le permitió llegar con gran fortaleza para movilizar con enorme éxito a los ilicitanos en la huelga de diciembre de 1930 y a la aparición de la II República. Los dos alcaldes de la ciudad, los líderes socialistas Pascual Román y Manuel Rodríguez, aplicaron un potente y audaz programa de reformas sociales y culturales.

Tras la Dictadura, las elecciones locales de 1979 volvieron a dar fe de manera inequívoca del pacto de confianza entre el PSOE y la ciudad. Bajo el mandato de alcaldes socialistas Elche llegó a sus mayores cotas de bienestar y prosperidad, en una dialéctica en virtud de la cual el PSOE fue estructurando a la ciudad de Elche y la ciudad al PSOE.

Sin embargo, la evolución de la sociedad ilicitana poco a poco y el impacto de la crisis económica de manera abrupta han ido cambiando las actitudes políticas de los ilicitanos. Ya no puede hablarse de vigencia de aquel viejo pacto entre la ciudad y el PSOE. Hoy la recuperada posición de la Alcaldía ya no es resultado de la hegemonía del socialismo ilicitano, sino de lo que hoy damos en llamar su «centralidad en el tablero». Y ello nos debe mover a los socialistas ilicitanos a una necesaria reflexión y a encontrar la vía de una nueva entente con la ciudad, que hoy parece estar desvaneciéndose. Una nueva entente con la ciudad en el partido y en el Ayuntamiento. Hacerlo y acertar no resultará fácil. No hacerlo resultará suicida. Volver a empezar. Y para ello, la historia resulta siempre la mejor fuente de inspiración.