Con el tiempo ha salido a la luz la estrategia muñida en su día, poner a alguien de medio pelo, decir que ella nunca se iba a presentar a las elecciones generales por España. Cuando ya consigue lo que quiere, le hace la vida imposible al otro y la ponen a ella por el bien del PSOE y del país.

Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general de la federación socialista más numerosa, es decir, la que pone más delegados en los congresos federales del PSOE, es la protagonista del debate interno del partido socialista tras el 20D, centrado fundamentalmente en la sucesión. Nadie abre un proceso de reflexión, nadie reconoce errores, nadie habla de regeneración, nadie habla de reformar para mejorar, nadie pide la participación de aquellos que hace unos días fueron interventores y nocturnos pegadores de carteles€. Ahora lo importante es repartirse lo que venga por delante y si hay elecciones anticipadas hay que estar bien colocado. Ya en el mes de enero de 2015, Susana Díaz anunciaba elecciones anticipadas en Andalucía, sin duda para evitar el impacto de los partidos emergentes, procurándose así una posición política mucho más favorable. Un año después elige la sede universitaria hispalense, en la que antaño cursara estudios en la facultad de Derecho durante diez años, para lanzar el mensaje institucional de fin de año con constantes alusiones a la política nacional, «igualdad entre los españoles», «€ unidad de España...», «Desde Andalucía debemos contribuir decisivamente a esa España mejor que todos soñamos», parecía un lanzamiento en toda regla hacia la política nacional, eso sí, sobre la corrupción solo dijo «... los corruptos que suponen una vergüenza para nuestro país», obvio ¿no?

Susana no es líder nacional, como mucho lidera un feudo autonómico ayudada por un sin fin de subvenciones y un partido nacional como es Ciudadanos. Desde allí dirige ahora el debate de un PSOE más centrado en sus propios codazos internos que en el interés de España y los españoles. Esta guerra fratricida será oficialmente declarada en el momento en el que Díaz haga pública su decisión de abandonar la Junta de Andalucía y disputar el puesto de liderazgo a Pedro Sánchez. En este camino cuenta con la oposición del País Vasco y de Cataluña, ambas federaciones socialistas respaldan a Sánchez, Extremadura se encuentra dividida. En Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page ya ha cuestionado el liderazgo de Sánchez. En Valencia, Ximo Puig también por Díaz, está centrado en mantener estable su Gobierno, y quién sabe si Compromís no le pedirá la entrada de Podemos en el Consell. En Madrid, Díaz cuenta con el apoyo de Tomás Gómez, que ya mantuvo una reunión con 500 militantes para claramente exigir la dimisión de Sánchez. Este ha sido el efecto de los resultados electorales que ya el propio Pedro Sánchez sentenció al afirmar que el «PSOE ha hecho historia», y tenía toda la razón, es el peor resultado que la formación ha cosechado en toda la historia de nuestra democracia. En medio de todo esto el secretario de Acción Política del PSOE, Patxi López, ha calificado de «espectáculo lamentable» la situación actual del PSOE, donde este debate a cara de perro se está celebrando más por los propios intereses de los lideres que por los de los españoles.

Susana Díaz está consolidando en sus reuniones madrileñas su posición clave en el futuro del socialismo español, otra cosa es su futuro en la política de España. No desea correr ningún riesgo y antes de dar el asalto final al poder, se asegurará de que el actual secretario general y cualquier otro opositor que pueda tener esté completamente laminado. A ese congreso que Díaz quiere celebrar cuando se tercie, quiere llegar sin ningún obstáculo.

Quizás el único obstáculo que pueda tener sean las primarias, el sacrosanto misterio del voto secreto, eso, es otra cosa.