Antonio Maura fue uno de los políticos conservadores claves de principios de siglo, paradigma de la decadencia del sistema la Restauración, a pesar de los intentos regeneracionistas desde dentro que en este periodo hubo, su caída y salida del gobierno con el grito ciudadano motivado por la movilización de los reservistas para la Guerra de Marruecos y el estallido de la Semana Trágica de Barcelona: ¡Maura no!, culminó con la retirada de la confianza del rey Alfonso XIII y la salida del gobierno en 1909 tras haber permanecido casi tres décadas en política, pues pasó del partido liberal al conservador, y de este a la conformación de llamado gobierno largo en la primera década del siglo XX.

Ahora tenemos a Mariano Rajoy, que tras más de tres décadas en la política activa, desde los tiempos de la extinta Alianza Popular presidida por Manuel Fraga al que quiso ser centro reformista del Partido Popular de Aznar, ve como se le retira la confianza en el seno de su propio partido, comenzando por el que fuera su mentor y lo propusiera como candidato a la presidencia del gobierno, aunque luego se arrepintiera.

Comienzan a resonar en las filas de su partido la posibilidad de buscar un candidato alternativo, tal vez en la figura de la que ha sido durante la legislatura la vicepresidenta para todo del gobierno, Soraya Sáez de Santamaría. Por otro lado, Rajoy se encuentra con la imposibilidad de formar gobierno ante el NO rotundo anunciado por el Partido Socialista a su investidura y la imposibilidad de sumar mayoría para conformar gobierno con Ciudadanos. Se manifiesta pues el mismo grito que recibiera Maura en su momento.

Y el escenario que se presenta a los españoles para la gobernación de su país que es para lo que acudieron disciplinadamente a las urnas el pasado 20-D se presenta altamente complicado. Pues en el ámbito de la izquierda, los mal llamados barones del Partido Socialista que alcanzaron el poder tras las elecciones autonómicas con el apoyo de Podemos, mareas y otras fuerzas de izquierda, amén de los alcaldes de esta misma formación, plantean «líneas rojas» al candidato de su partido con los pactos que debe o no debe alcanzar con la formación Podemos y con el resto de fuerzas políticas (anótese, IU, PNV, ERC y otras) con la finalidad de formar gobierno, aunque sea en minoría. Advertimos que los barones y la baronesa, se mueven más en la lucha de poder orgánico que en la responsabilidad de dar un voto de confianza a su candidato, estrategia de la que ya se han dado cuenta muchos ciudadanos y mala carta de presentación para quien quiera forzar el relevo de Sánchez y erigirse en nuevo líder de esta formación en el escenario de un hipotético Congreso.

Volvemos a la necesidad de formación de un Gobierno que es lo que interesa a la ciudadanía. Nos encontramos ante un escenario de esfuerzo de diálogo y trabajo de interlocución responsable, y un necesario equilibro entre la responsabilidad y la convicción. Señala con acierto el periodista Miguel Ángel Aguilar (actualmente lo leo en Ahora) que estos días estamos ante necesidades que reclaman sacrificios y renuncias. Y que los responsables deben encontrar el equilibrio entre la moral de la convicción y la moral de la responsabilidad que describe Max Weber en su libro El político y el científico. Veremos.