El tiempo lo podemos clasificar en dos sentidos, en las horas del reloj, que siempre serán las mismas, las doce de hoy serán las mismas que las doce de mañana, pero las circunstancias del tiempo no serán las mismas por cuanto el tiempo sí que transcurre. Actualmente, la sociedad, no ya la española, sino podemos decir la mundial, está en un estado de nerviosismo generalizado, pero como los problemas cuando se notan es cuando se sienten sobre uno mismo los que a nosotros nos preocupa son los que nos atañen directamente.

Que se han vivido situaciones más extremas que las actuales no es punto de discusión, que estas circunstancias actuales se superarán y quedarán en el olvido, seguramente, pero ello lo comparo con una operación quirúrgica, posiblemente la dificultad no estribe en la cirugía realizada, sino en las secuelas de la rehabilitación. No obstante debemos comenzar a ser conscientes de nuestra realidad actual y de la futura, de nuestra propia responsabilidad, y que el futuro lo tenemos que comenzar a plasmar desde nuestro propio esfuerzo.

Enjuiciemos, analicemos y calibremos lo positivo y lo negativo de las actuaciones de nuestros representantes políticos, indaguemos en la conducta y profesionalidad de los mismos, seamos críticos con las actuaciones de nuestros partidos políticos y en las próximas elecciones nuestra decisión tiene ser realizadora de un cambio que posibilite el ascenso a los puestos dirigentes de verdaderos gestores de nuestro futuro político, económico y social. Se ha pasado el tiempo en que los españoles éramos bisoños en la práctica democrática, no podemos escudarnos en ello, la responsabilidad del futuro de nuestra nación también recae en nosotros, el camino nos lo pueden mostrar, pero somos nosotros los que tenemos que erradicar del camino aquellas piedras que lo entorpecen. No podemos darnos por vencidos, debemos comenzar una verdadera lucha para que la estabilidad económica, social y política vuelva a nuestra querida España, desde la cooperación, la sensatez, el esfuerzo del trabajo, y la conciencia del bien de todas nuestras regiones sin exclusiones ni agravios.

Pero para ello, como generalmente es preciso, se necesitan líderes que sean poseedores de la confianza del pueblo, líderes que actúen con claridad, honestidad y entrega, líderes que antepongan a intereses ocultos el verdadero interés por el cual han ascendido al mando, el interés por el pueblo, y con el verdadero valor de realizar las decisiones sin temor, siempre que de ellas se proyecte el beneficio general.

La problemática más generalizada es la falta de empleo. El trabajo es la fuente de la riqueza y de la estabilidad del individuo, cualquier ciudadano entre los valores que le son característicos, incluiría primero la salud y luego el trabajo. Como ciudadano ilicitano, soy conocedor de una de las grandes virtudes que siempre hemos alardeado, el espíritu emprendedor del ilicitano, y de los que no siendo de raiz ilicitana están impregnados de la misma ilusión de emprendedor y empresario. No comparto declaraciones políticas que basan la creación de empleo en la administración, volveríamos a lo que en ningún momento actual apoyamos, a un incremento del empleo público, es la empresa privada la que tiene que fomentar la creación de nueva industria.

Estamos atravesando una peculiar situación política en nuestro país, y duele observar que nuestros futuros representantes políticos, a pesar de sus incesantes declaraciones en cuanto al beneficio del pueblo español, éstas se traslucen más en declaraciones demagógicas que en un verdadero deseo.

Empezamos un nuevo año, y precisamos de nuevas directrices y de direcciones objetivas, de verdaderos trabajadores políticos y no de figuras de exposición mediática, confiemos pues que aquellos que nos representen están obligados a actuar con lealtad y dedicación al ciudadano que cedió su voto, y que al mismo tiempo sean conscientes de que a pesar de las diferentes ideas políticas de cada uno de los ciudadanos hay un deseo generalizado, la paz, el trabajo y el bienestar social.