No sé si cuando se publiquen estas líneas todavía estaremos hablando del pacto entre el PSOE y Podemos, aunque en principio no tiene el mismo visos de ir a ninguna parte. Cierto es que a Pedro y a Pablo se les ha visto con ganas de flirteo, sobre todo al segundo, matiz este que no se le ha escapado al primero y que le ha hecho abrigar esperanzas de llevarse al huerto al segundo por los pelos, digo, por el morro.

Pero un simple pacto entre las referidas formaciones políticas no parece que sea lo que en última instancia pretenden sus respectivos líderes. Lo del referéndum en Cataluña en realidad podría enmascararse con un acotamiento de frase, apenas audible al principio, del estilo de «no determinante por sí solo». Después ya puede decirse alto y claro.

¿Por qué van a pactar quienes son conscientes de que no convivirán en paz? Si ambas organizaciones mantienen su plena autonomía, una de las dos, por mucho que se intentara disimular la cosa, no podría ser más que un cero a la izquierda. ¿Cuál de ellas aceptaría ponerse de perfil? ¿Acaso Podemos estaría dispuesto a que no le quedara ni la P?

Está claro que el PSOE necesita socios, pero no para compartir sino para nutrirse de ellos. Es lo que en el campo de las sociedades mercantiles se denomina fusión por absorción. De hecho solo permanece una entidad con unas siglas bien visibles, y las otras, a lo sumo, quedan como cagada de mosca en un papel.

Si el PSOE considera que unos meses de Gobierno le harían sacar músculo, tal vez intente valerse de Podemos. Si Podemos considera lo mismo, allá que irá de igual modo. Lo que está claro es que a los dos no le iba a salir bien la jugada. Y me temo que aquel con menos experiencia sería el que terminaría pagando el pato.

Y los demás, ¿estarían dispuestos a seguirles el juego con tal de que no gobernara el PP, al fin y al cabo el partido más votado en las recientes elecciones?

Nada está claro. Lo que parece evidente es que todos van a intentar coger aire por si al final se va a unas elecciones anticipadas. Y nada mejor hay para ello que hacerlo a costa del espacio de alguno de los compañeros de viaje.

Cambiando de tema, ¿sería factible una alianza de Podemos con Ciudadanos? En el actual estado de cosas no, a ninguno de los dos le interesa. Pero si en el futuro el tema catalán no constituyera el óbice que supone hoy ¿daríamos la misma respuesta al interrogante anterior? Quién sabe. Una mezcla de siglas no sería en este caso tan difícil de conjugar. La cuestión dependerá entonces de la evolución de ambas formaciones, y tal vez especialmente de la capacidad de Podemos de acercarse al votante de centro.

Hoy por hoy, el pacto, la fusión, o vamos a ser más amplios, la colaboración, podría fraguarse entre Podemos e Izquierda Unida si este último partido estuviera dispuesto, si no a desaparecer, sí a compartir una denominación plural en la que Podemos tuviera la voz cantante. No es desde luego fácil y las últimas elecciones así lo demuestran que Izquierda Unida esté dispuesta a ceder la vara de mando, pero no sería nada descabellado que estos partidos fueran pensando en crear cauces de comunicación entre ellos.

Los que también estarían abocados a entenderse si los personalismos se dejan a un lado serían Ciudadanos y UPyD. Es lógico que pueda pensarse que lo anterior tuvo su momento y que ya no merece la pena pero imaginen la mezcla de siglas tan interesante que puede resultar.

Tampoco en la actualidad Ciudadanos y PP pueden llegar más allá de pactos puntuales del tenor de los que hemos visto, incluso a un pacto de Estado con otras fuerzas por razones de gobernabilidad. Pero por supuesto ni fusiones ni nada que de lejos se le parezca.

Por último me referiré brevemente a lo que está ocurriendo en Cataluña. No creo que a estas alturas sean muchos los que concedan crédito a Artur Mas, pero es el president y por narices hay que tragarse sus solemnes escenificaciones, que es como aparentar que todavía Mas es mucho aunque en realidad no sea nada.

El pacto que se pretende alcanzar en Cataluña para investir a Mas roza, qué roza, se sumerge plenamente en lo esperpéntico. Debería de bastar lo hasta ahora visto para que sus propios compañeros le enviaran un claro mensaje: no nos enfangues más.