Es verdad que el Partido Socialista atraviesa un momento complicado y negarlo sería ponerse una venda en los ojos y sólo serviría para seguir en las mismas posiciones. De este tipo de situaciones siempre he sido partidario de salir en positivo, con la fortaleza por delante, y esa fuerza nos la da nuestra trayectoria histórica. Son momentos difíciles, pero no como en otras ocasiones cuando nos ha tocado la obligación de dirigir los destinos de esta ciudad y de nuestro país.

Nuestro reto es el de volver a concitar la confianza de la gran mayoría de los ciudadanos. Y para eso hace falta la tensión de todos, de los militantes, simpatizantes, de los líderes socialistas y tres palabras: libertad, igualdad, fraternidad. Tres simples, sencillas, pero hermosas palabras que son la esencia de cualquiera de los programas de los socialistas. Democracia, estado de bienestar y solidaridad que debemos seguir articulando en el presente y en el futuro. Y este es el papel que nuestros candidatos, militantes y simpatizantes tienen que seguir transmitiendo a la sociedad. Debemos empezar de nuevo, llegando a los ciudadanos con ideas nuevas, reformadas y con un único mensaje, y empujar todos en el mismo sentido. Debemos ser consecuentes, y la primera consecuencia es que nada, nada es tan sagrado que no pueda ser cambiado para mejorarlo. Nuestras señas de identidad siguen estando vigentes y lo estarán mientras exista la injusticia en el mundo. Pero los españoles hemos cambiado y por lo tanto también deberemos cambiar la forma en que transmitimos nuestros mensajes y trabajar por el bien común, por los intereses de todos. No estamos tan mal, pero hay que procurar ser más abiertos a la crítica, más permeables, más capaces de dialogar con la sociedad, que es donde se mide la grandeza un partido político.

Se han cometido muchos errores que nos han alejado, en cierta manera, de nuestro electorado y que han dado pie al resurgimiento de otros impulsos políticos que intentan cubrir nuestro espectro político haciendo suyas nuestras ideas de siempre. Hay que recuperar el espacio de la confianza ciudadana.

No debemos ni podemos ir al socaire de las propuestas de la derecha ni de otras organizaciones. Las iniciativas en los asuntos de gran calado deben ser iniciativa nuestra para mejorar nuestra credibilidad y posicionarnos mucho mejor de cara a los ciudadanos. Nuestra tarea es explicar y conseguir que la inmensa mayoría de los ciudadanos nos acompañen en la labor de cambiar la sociedad, y evitar, por una parte, que se violente el sistema democrático y, por otra, las políticas ineficaces e insolidarias. «El tiempo político es un valor que hay que saber administrar».

Cuesta mucho esfuerzo crear, y para destruir sólo hace falta dejar de hacer. No nos podemos quedar con los brazos cruzados. Nos ha costado mucho esfuerzo, mucha inversión pública hacer los hospitales y las escuelas que nosotros hicimos durante años de gobierno. Hay que recuperar el deterioro que sufre la sanidad, la educación, la cultura, el empleo? Y que mejor aventura que la lucha por el progreso, el conocimiento, la solidaridad, la igualdad, el respeto a la libertad que con tanto esfuerzo conquistamos y que en estos momentos se deteriora de manera progresiva por las políticas de austeridad, recortes injustificados y ninguneo de las libertades individuales y colectivas.

«No estamos tan mal». En estas últimas elecciones nos han votado 5.503.133 ciudadanos. Tenemos 90 diputados, 217.000 militantes, 406.000 simpatizantes. Somos muchos los que aspiramos a seguir transformando la sociedad, las instituciones?, y continuar luchando para que nadie nos arrebate los sueños, la esperanza y la libertad.