Normalmente me pasa lo mismo casi todo el año y no es otra cosa que, cuando me pongo a escribir las tribunas de Hoy es martes en Orihuela me cuesta mucho arrancar, pero hay unas veces que se me pone más cuesta arriba que otras. ¡Esta es una de ellas!. No es que tenga pocas ganas de escribir, ¡es que no tengo ninguna!. Total, para decir las chorradas que digo -¿verdad?- lo mejor es estar «callaíco» y así no me arriesgo a que «me partan la jeta» solamente por decir lo que considero oportuno, sin ánimo de crear escuela ni sentar cátedra, porque, al fin y al cabo, no soy Pérez Reverte, Coelho, Benedetti o Neruda, por citar a alguien. Rajoy, Perico Sánchez, «Coletas» Iglesias, Albertico Rivera -¡Viva España!- y los que se dedican a la «cosa pública» se someten a la consideración del pueblo una vez cada cuatro años, mientras que los que decimos lo que se nos viene a la cabeza lo hacemos, como muy tarde, una vez a la semana, como es mi caso, y siempre con la posibilidad de meter la pata.

Esta que estáis leyendo es mi tribuna 182 (lo sé porque, antes de archivarlas, las enumero) y en ellas ha habido de todo: con gracietas, criticonas, reivindicativas, con alusiones personales, nostálgicas, políticas, futboleras, sociales, con refranes, con frases serias -¡pocas!-, con tonterías -¡muchas!- o con guiños y mensajes subliminales, sin olvidar las de los «pseudónimos» con los que me he referido a los políticos de turno. En definitiva, muchas vivencias en las 182 semanas que, una tras otra, voy presentándome ante vosotros, que sois quienes tenéis la última palabra sobre lo que escribo, con más o menos acierto, pero con un sólo objetivo formar, informar y distraer. Sin embargo, hay veces que la cosa se pone como la etapa reina de una vuelta ciclista, cuesta arriba, y se atragantan (las cosas), porque diríamos muchas que callamos.

El otro día me dijeron algo que me sorprendió. ¡Y me lo han dicho después de 37 años de profesión y de haber trabajado y colaborado en mogollón de medios de comunicación!. Como el que no quiere la cosa me soltaron que escribo ¡para que me admiren!. ¡Acojonante!. Mirad, para que os hagáis una idea: trabajé en RNE-Elche muchos años (27), donde fui jefe de Deportes, y la audiencia de mi programa -según el Estudio General de Medios- se estimaba en más de 40.000 oyentes/día. ¿Tenía un argumento, entonces, para que se me subiera el pavo?. ¿Una confidencia?. A veces -¡muchas!- me daba vergüenza pasear por la ciudad, porque, entre otras cosas, me encanta pasar desapercibido, aunque reconozco que cuando alguien se me dirige suelo responder, como cuando, a instancias de mi padre, atendí a una señora que, en Carrefour-Elche, me pidió un autógrafo para su hija. ¡Me puse más rojo que un tomate!. ¡Vamos a ver!; esto es como si un psicólogo abre un gabinete y no va ningún «paciente» a su «consulta». Lo normal es que se trabaje para los demás y, evidentemente, para uno mismo y si eres más o menos bueno se tendrá la consideración -no sé si la admiración- de la gente a la que se dedica tiempo. De todas formas hay quien piensa -¡está en su derecho!- que me hablan los pliegues del culo. Reconozco que muchas veces es verdad, ¡hablo demasiado!. Siempre he dicho que ¡soy esclavo de mis palabras!.

En fin, como dice alguien que conocí: ¡es lo que hay!. De todas formas, tengo la impresión de que, a tenor de las cartas que he recibido últimamente os gusta lo que escribo, aunque no es cuestión de sacar pecho por si alguien me lo parte. Y las valoro mucho (especialmente dos de ellas; una de una señora inglesa -residente en Rojales- que da clases a españoles y que dice que utiliza mis tribunas para aprender lenguaje y otra de un oriolano ausente -vive en Molina de Segura- que me sigue por internet). Podría mencionar más, como las numerosas veces que me paran por la calle o me lo dicen en mensajes de móvil, pero lo dejo ahí porque no quiero pecar de arrogante/pedante. Y las valoro porque lo normal es tirar de «wasap» para comunicarse, por lo que, en los tiempos que corren, el que te escriban una carta es para valorarlo y tenerlo en cuenta, porque no me negaréis que tiene mérito, casi tanto como el de «repareitor», «el niño de los reparos», en la Casona de la Esquina del Pavo o como Damaaaso, que está dudando presentarse a la presidencia de facto -no interina- de «pepelandía» en Orihuela. ¡Esto último, tal y como pintan las cosas en «ca» los gavioteros si que tiene mérito!; ¿o no?.

Y dicho lo dicho, tengo la impresión de que, una semana más, lo que he escrito es más de lo mismo o por lo menos debería serlo si no me callase muchas de las cosas que, tanto personales como profesionales, me han «espetao» en los dos últimos meses. Solo una cuestión -y quien quiera entenderlo que lo entienda-, como le dijo Jesucristo a sus apóstoles -y con esto no quiero decir que seáis mis apóstoles-: ¡Hoy me veis, mañana no me veréis, pero me volveréis a ver!. ¡Hasta aquí puedo leer!.