Unos lo llamarán cintura política, algunos líneas rojas, y otros se escudarán en los desafíos que tiene la nación para reprocharle al adversario político su posicionamiento ambiguo ante las negociaciones que ya han comenzado para intentar formar gobierno. El proceso para formar nuevo ejecutivo está reglamentado en nuestra Carta Magna. Lo que no está reglamentado es la presión que se ha percibido en los medios de comunicación y en algunos sectores de la sociedad, durante la semana pasada, para ver las hipotéticas bondades de un gran pacto derecha-izquierda o lo que es lo mismo PP-Ciudadanos-PSOE o PP-PSOE. Decían que por el bien de España. Faltan a la verdad. Lo que está en peligro no es la nación española sino el bienestar de los ciudadanos, y de eso nadie se acuerda. Son personas de carne y hueso que no tienen empleo o lo ejercen con la precariedad más absoluta; o los que trabajan por un salario indigno; ciudadanos empobrecidos e inmersos en el círculo de la solidaridad de la gente; jóvenes que no pueden volver a su país por falta de un futuro cierto; personas mayores que no pueden seguir costeándose sus tratamientos farmacológicos por el copago impuesto; personas con una dependencia que han visto reducida la prestación, o familias que pierden su casa. De esto es de lo que hay que hablar y dialogar. Esto es lo urgente, y no de quien será o no presidente de Gobierno, o de qué pactos serán los mejores. Los españoles no aguantan más.

La estrategia de partido es incompatible con el interés general y con las necesidades de la gente. Nadie debería poner líneas rojas, condiciones inasumibles, ni lanzar mensajes o dardos sobre el adversario político cuyo único objetivo es sacar rédito político. Ninguno de los actores surgidos de las elecciones del pasado día 20 están dando la talla política como para poner en sus manos los destinos del país. Uno porque quiere trasladar la imagen de político dialogante cuando ha estado cuatro años encerrado tras las paredes del Palacio de la Moncloa negando el diálogo más básico; el Partido Socialista porque está inmerso en su juego de liderazgo y todavía no se sabe quién será su líder y cuál será el camino a seguir; el partido de los círculos está altamente preocupado en poner trabas que imposibilitarían cualquier posibilidad de acuerdo con el Partido Socialista, y el partido del señor Rivera faltando a lo prometido en campaña cuando afirmaba que no daría su apoyo ni al PP ni al PSOE y ahora esta, parece ser, entregado en los brazos del señor Rajoy. Don Albert está haciendo el ridículo, y usted sabe que en unas futuras elecciones muchos de sus electores volverían a votar al Partido Popular. De ahí su interés en pactar. Y todos ellos echando las cuentas por si hubiera que recurrir a celebrar otras elecciones generales.

Los ciudadanos también fueron a las urnas para acallar a aquellos que intentan decidir por todo un pueblo y que no se presentan a ninguna elección. Llámense dirigentes del Ibex 35 (pudieron votar como personas físicas), dirigentes de la Unión Europea o algunos Mass Media. El voto les corresponde individualmente a los ciudadanos en las urnas y nadie puede condicionar o presionar sobre los resultados existentes.

Ya lo he escrito en diversas ocasiones en este mi diario de cabecera. El actual secretario general del PSOE es cada vez menos líder y cada día menos secretario general. Da la impresión que le queda un telediario y ya han dado, en ese hipotético telediario, la información deportiva. Vamos que le queda el cierre y la despedida. Y ahora me imagino a esos palmeros, algunos aupados a los altares, abandonando el barco del señor Sánchez y esperando el atraque del barco del siguiente líder o lideresa socialista. Es evidente, que con la implicación de Pedro Sánchez en el «golpe» a la extinta Ejecutiva Socialista de Tomas Gómez y los malísimos resultados del PSOE-Madrid con su secretaria general, Sara Hernández, a la cabeza, alguien debería asumir responsabilidades políticas y presentar su dimisión. Señor Sánchez, si ustedes argumentaron las malas predicciones de las encuestas para «liquidarse» a Tomas Gómez en Madrid, ¿qué tendría que hacer usted con la figura política de Sara Hernández y con la suya propia? Coherencia y responsabilidad, don Pedro. Parece que el desembarco en la sede nacional del PSOE ya ha comenzado.

La política española vive momentos de turbulencias, pero los ciudadanos no pueden esperar más. Hay personas que antes pertenecían a la clase media de nuestro país que hoy van a los comedores sociales en busca de alimentos básicos; ellas no entienden ni aceptan un no por respuesta de nuestra clase política. Dialoguen y lleguen a acuerdos. Por el bien de todos y todas. Adiós y feliz año.