Ahora que el año termina, vamos a derramar unas lágrimas por ese carajal parlamentario que acaba de alumbrar nuestro sabio pueblo. Aunque mirándolo más fríamente, no es para tanto. Podría haber sido mucho más chungo aún. La Gran Recesión ha dejado en la calle a la parte más débil de la población y al Estado endeudado hasta las cachas mientras la intelligentsia del planeta todavía no sabe que ha pasado. Porque las teorías económicas liberales y keynesianas se murieron. Está ese Thomas Piketty desbrozando la jungla en la niebla, pero faltan años para vislumbrar soluciones teóricas reales. Lo que estaba claro, es que tras el resacón de lo más duro de la crisis, mientras vomitábamos con espasmos la corrupción acumulada, el resultado de las elecciones prometía. Y sigue prometiendo que es gerundio. Basta ver el parlamento que ha quedado.

Bismarck, que era un artista del equilibrio de poderes, definió la política como el arte de lo posible. Y para gobernar con un parlamento como el nuestro, el arte hace más falta que nunca. Porque, primero hay que fraguar acuerdos imposibles desde posiciones maximalistas, y luego, el que gobierne, tendrá que seguir recortando, ya que la máquina de los dineros, el grifo para pagar las nóminas, está en el Banco Central Europeo y en Bruselas, como bien sabe Zapatero. Y en el escenario deflacionario actual, que va para largo, el crecimiento económico será escaso. Y la deuda grande. Osea que hay que gobernar recortando mientras el pueblo te aplaude. Arte puro.

Algunos apuntan maneras de artista, no obstante. Pablo Iglesias es un grande. Visualiza con claridad nuestros sueños. Con él entendemos quien es el malo. El mundo será suyo si se doctora en el gobierno como el tal Tsipras, que está recortando más que Rajoy, mientras mantiene extasiada a la ciudadanía griega con su verborrea artística. Porque el que llegue al gobierno en España, tendrá que recortar. Mucho me temo que Iglesias está sobrevalorado. Será imposible que pueda manejar a largo plazo ese partido un movimiento de geometría variable, con Ada Colau, Compromís y las Mareas. Puede dejarse crecer la coleta y canibalizar carne del pobre Soldado Sánchez, a quien nadie va a salvar. Pero ya está. Podemos es el ejército de Pancho Villa, y si no al tiempo. Y Rivera, que es muy fotogénico, seguirá decorando algún telediario. Pero nada más.

Nos queda Rajoy, que sigue fumándose un puro. Esperando que escampe, mientras prepara elecciones para Marzo. Y entonces, el voto del miedo: o Podemos o Yo. Así Podemos servirá para conjugar el verbo Rajoy otros cuatro años. En España, quien resiste, gana, decía Cela, que también era gallego. Y de resistir, Rajoy sabe un rato. Y mientras, a España que le vayan dando. Para eso está.