El 21 de agosto de 1937, en los locales que ocupaban entonces el Ateneo Científico y Literario y la Alianza de intelectuales antifascistas que, fusionados desde septiembre de 1936 y situados desde entonces en el palacio del marqués de Boch, cuyo edificio, como es sabido, tiene una doble fachada: una que da a la calle Mayor , y que corresponde a su número 40, y otra a la calle Jorge Juan que se ubica en los números 17 y 19.

El traslado de su anterior sede, desde la calle San Fernando nº31, 2º, hasta tan aristocrático local, fue explicado por motivos de seguridad y garantía de cuidado de los intelectuales del ostentoso palacio por los socios del Ateneo frente a los más hirsutos voluntarios republicanos. Lo cierto fue que a lo largo de la guerra civil los socios del Ateneo y los denominados intelectuales antifascistas disfrutaron de las magnificas estancias del palacio y de su espléndidamente dotada biblioteca.

Miguel Hernández ya había intervenido en la sede anterior, situada en la calle San Fernando, el 29 de abril de 1938, con motivo de la presentación de su poema Elegía media del toro, ayudándose de un cartel confeccionado por Francisco Die. El tiempo transcurrido entre esa primera actuación del poeta y el que ha sido considerado su homenaje, había contemplado la transformación de Hernández que desde un poeta de origen campesino (el poeta pastor) había pasado a ser el poeta de la revolución y de la defensa de la República.

Los periódicos de la ciudad (El luchador y Nuestra Bandera) se hicieron eco de la importancia y trascendencia del poeta y caracterizándolo como el poseedor de «una de las voces más conocidas y prestigiosas de la defensa de los intereses populares». La inequívoca posición de Miguel Hernández y el significado profundamente combativo de sus romances, que fueron declamados por el poeta y aclamados por el público, entre el que se encontraban Manuel Molina y Vicente Ramos, en cuyo libro Miguel Hernández en Alicante, se incluye una detallada reseña del mismo y una fotografía de la puerta principal del palacio del marqués de Boch, aunque sin indicar cuál es el edificio al que pertenece. A este respecto, teniendo en cuenta que el acto del 21 de agosto de 1937 tuvo una doble significación: de una lado, fue la expresión de la entusiasta defensa de la República por la población alicantina, y de otro, el homenaje al poeta y soldado, que había puesto su vida al servicio del pueblo, sería conveniente y necesario instalar en la fachada del palacio una placa que guarde inmortal memoria de tan merecido como ignorado homenaje.