Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Puertas al campo

Atrapados

Las elecciones son para saber quién va a gobernar y quién no. Por eso las lecturas que se hacen de los resultados van directamente a ese punto: quién ha mejorado, quién se ha adecuado a las expectativas, quién puede gobernar con quién y, por supuesto, quién no. Hay, sin embargo, algunos datos que suelen pasar tan a segundo plano que casi ni se comentan. Me refiero a las abstenciones y, en particular, a los votos en blanco o nulos y solo hay referencias a tales asuntos si el cambio ha sido muy notable respecto a elecciones anteriores ya que se convierte en un indicador no se sabe bien de qué, más allá de la «abstención técnica» (enfermos, transeúntes, viajes imprevistos, etcétera). Aunque su significado político es nulo (a efectos de lo que se pretende con unas elecciones), sí pueden aportar elementos para entender qué es lo que sucede. Así que he ido buscando personas que hayan votado en blanco y esto es lo que resumo de una parte de los 187.766 (0,75%) que han votado en blanco porque no encuentran respuesta práctica y fiable para los problemas que les preocupan. Solo una parte.

Comenzando de lo general a lo particular, estos «blanquistas» saben que estamos atrapados por la cuestión medioambiental y que la COP21 lo ha puesto de manifiesto: es imposible responder simultáneamente a la urgencia de crecimiento económico, a la de reducir la desigualdad entre y dentro de países y a los problemas del medioambiente (sin entrar en el inminente Súper El Niño y sus probables 50 millones de damnificados en el mundo o los impredecibles efectos del enfriamiento del Atlántico Norte que podrían traer -sí- un invierno extremadamente frío). El gobierno que salga, poco podrá hacer en este campo, estando, como estamos, atrapados sin poder responder a los tres puntos señalados y sabiendo que al optar por dos de ellos, los efectos son todavía peores. En el caso hipotético de un gobierno «ecologista», basta que varios gobiernos extranjeros no lo sean para que lo que haga el de aquí sea casi irrelevante.

Pero gobierno atrapado también por la Unión Europea de la que unos se quieren salir: el «Brexit», con o sin Escocia, tiene partidarios cada vez más numerosos; el «Franxit», igual si gana en las próximas presidenciales el Front Nacional; y lo mismo los euroescépticos de varios países comunitarios. Pero otros quieren quedarse, por ejemplo para evitar el «Catalexit» ya que la política internacional que iba en el programa de Democràcia i Llibertat consistía en convencer a la UE de que Cataluña independiente tendría que seguir siendo parte de dicha Unión... cosa que rechaza frontalmente la CUP. Mientras se siga dentro, las políticas de fondo las marcan Bruselas/BCE/FMI, es decir, la «troika» que puede amenazar con castigos inenarrables si no les haces caso y, así, Tsipras está preparando privatizaciones -de aeropuertos, por ejemplo- que le exigían los que detentan la soberanía griega (¿). Salirse no es fácil y puede ser doloroso; quedarse no es fácil y puede ser doloroso. Por eso el próximo gobierno seguirá atrapado en esas cuestiones de fondo.

Añádanse los innumerables elementos que determinan la acción del gobierno ausentes en los mítines: los tipos de interés estadounidenses, los precios del petróleo, la inestabilidad financiera mundial, la insoportable deuda externa amén de guerras, terrorismos, refugiados e inmigrantes. Y tropas desplegadas.

Pero podemos bajar a asuntos más inmediatos: los que sí aparecían en los programas electorales. Muchos de ellos eran anecdóticos o puramente estéticos. Otros eran imposibles de llevar a cabo. De otros, se decía el objetivo pero no los medios para alcanzarlo. Y en todos latía el que una cosa es predicar y otra dar trigo, razón por la cual los «blanquistas» (gato escaldado, del agua fría huye) veían con escepticismo tales promesas y, en todo caso, sabían que las hipotéticas coaliciones de gobierno o de oposición (que también las habrá) iban a tener que transigir en numerosos elementos de dichos programas. Al fin y al cabo, si hubiera coalición, es a base de que cada cual acepte dejar algunos puntos del propio programa: no tiene sentido pretender cumplir con todo el programa propio si se está en un menos o más peculiar tripartito, cuatripartito, pentapartito.

Los «blanquistas» que conozco y que no se arrogan la representación de todos los que han votado en blanco, han querido votar (están por la democracia representativa), pero, atrapados en estos dilemas, no han podido hacerlo a favor de ninguno y menos después de los «shows» televisivos habitualmente llamados «debates».

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats