El resultado de las elecciones generales del domingo pasado es el inicio de una nueva etapa en la vida política y social de España. Inquieta, alarma que no se pueda formar un gobierno estable para una legislatura que puede ser extraordinaria pero «está escrito» que se pueden convocar otros comicios para que sea la ciudadanía, en una segunda oportunidad, la que exprese su opinión. De todas maneras que no suceda lo que pasó en Grecia: que los votantes emitan un veredicto y el Gobierno otro muy distinto. Los partidos políticos, antes de delegar su responsabilidad, tienen que intentar que las instituciones funcionen con normalidad. De lo contrario, ¿cuál es su función? No debe sorprender que no haya mayoría absoluta, en eso las encuestas no se equivocaron. No hay mayoría absoluta pero tampoco una minoría capaz de llevar adelante un programa, aunque esto se verá si es posible, ahora a cantar villancicos y después que los Reyes Magos repartan carbón (que tanto contamina), mientras tanto se tendrá que ofrecer soluciones y siempre quedaría la alternativa de nuevas elecciones, pero el resultado podría ser muy parecido al del 20 de diciembre. La ciudadanía podría sentirse defraudada y sin voluntad de soportar otra campaña electoral. Puede considerar que después de un largo proceso electoral ya dijo lo que tenía que decir.

Algunos candidatos a la Moncloa dijeron con entusiasmado que iba a haber sorpresas y las hubo, pero no son las que esperaban. Si se analizan los discursos de campaña nadie ha ganado, todos los partidos esperaban más, pues esto es lo que hay, tendrán que reflexionar sobre lo sucedido. Los llamados «partidos emergentes» consiguieron una representación en el Congreso de los Diputados significativa, pero este resultado no es lo que esperaban. Tantas veces se ha afirmado que el bipartidismo había muerto pero PP y PSOE suman el cincuenta por ciento de los votos (213 escaños), dadas las circunstancias importante resultado, pero no les asegura llegar a la Moncloa.

En el recuento de votos, en un colegio electoral, con los resultados sobre las mesas, los interventores comentaban «como en Italia», pero resulta que no somos italianos, detalle a tener en cuenta. Y en cuanto a responsabilidad, un sector del electorado ha sido indiferente a los recortes, tantos recortes durante cuatro años e indiferentes ante tantos casos de corrupción que compromete a muchos dirigentes populares.

¿Qué pasará el 13 de enero cuando se constituya el nuevo parlamento? Hoy no se sabe? y nada peor que la incertidumbre. Convendría que los partidos políticos asumieran que nadie ha ganado, al menos no han ganado como lo deseaban y recordar una frase de Aristóteles: «La realidad es la única verdad».