Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Han pasado casi seis meses desde el final de Para todos la 2, y todavía padezco el mono por la ausencia que dejaron sus presentadores, Marta Cáceres y Juanjo Pardo. De ahí que sea relativamente normal que no haya encajado bien la presencia de sus sustitutos, Sergi Amat y Elisabet Carnicé. No sé. No me los termino de creer. Deambulan de un lado al otro del plató, pronuncian entradillas ensayadas, pero no percibo esa empatía tan maravillosa que crearon con cada uno de sus invitados (y con los espectadores desde casa) Marta y Juanjo. Desde el primer minuto, Sergi me recordó mucho a Quique Peinado, al que imaginé allí, en ese entorno, entre secciones de bricolaje, de consejos para el cuidado de animales, coaching y consultorios psicológicos, igual de perdido, o más bien cabría decir de sobreactuado.

Pero dejando a un lado la labor de los presentadores, a los que seguro que el factor tiempo favorece, me resulta curioso comprobar hasta qué punto el programa se ha banalizado con respecto a su predecesor. Aquellas mesas de debate con especialistas sobre los temas más variopintos, extensas, calmadas, han desaparecido del horizonte. El equipo, el director y el productor, siguen siendo los mismos. Pero querían hacer algo diferente. Visto lo visto, parece que bajando el listón. Huyendo de subirlo. Cuando el día del estreno entre las 13.50 a las 14.20 se adueñó del plató el cocinero Sergio Fernández, receta va, receta viene, presumí lo peor. Afortunadamente, las entregas siguientes mejoraron.

Lo mejor de A punto con la 2, sin duda, es el nuevo horario. Verlo mientras comemos ayuda a una digestión amable. Lo peor, su bajísima audiencia. Algo por encima de la de Para todos la 2. El jueves hizo un 1'1%, con 81.000 espectadores. Sea como fuere, merece muchos más.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats