Cuando acordaron las altas autoridades que por saber valenciano a los jueces de la Comunidad Valenciana nos regalaban una antigüedad de tres años, acudí a las clases para obtener el título de grado medio. Yo no sé valenciano, pese a haber nacido en Valencia, vivir en Alicante, y de padres valencianos, bueno mi madre es de Villena y es mucho decir valenciana, pues harto se tomaría como una broma o disparate. La profesora, de aspecto agradable, enseguida mostró un carácter un tanto agresivo, cuando uno de mis compañeros planteó la cuestión de si el idioma valenciano tenía autonomía propia o era una especialidad del catalán, cuestión que ningún alumno de academia valenciana debe plantear si no quiere verse envuelto en profundas discusiones lingüísticas e incluso malos modos que suelen mostrar los identitarios valencianos.

Al poco intervine yo, echando leña al fuego, diciendo que los propios valencianos copiaban palabras catalanas, cuando las tenían propias. Así la famosa novela Tirant lo Blanch, la palabra Blanch, que se decía en el antiguo valenciano se ha convertido en Blanc (sin la h final), como en catalán, aunque con el mismo sonido [blank]. Véase que la editorial y librería valenciana se titula Tirant lo Blanch, como mejor conocedora del antiguo valenciano.

¿Me quiere decir la señora profesora que significa la palabra tirant? -Tirante. Un tirante blanco no tiene ningún sentido, repliqué. Pero tal vez en inglés sí lo tenga. El autor del libro Joanot Martorell, mantuvo agria disputa con su primo Joan de Monpalau, a quien acusaba de haber dado palabra de matrimonio y deshonrado a su hermana Damiata, y que le llevó a J. Martorell a viajar a Londres, donde consiguió que el rey Enrique VI aceptara ser juez en el combate singular con su primo, que había de celebrarse en Inglaterra, donde estuvo dos años esperando la llegada de su adversario, que no compareció a recoger el guante y que, años después, tuvo que indemnizar económicamente a su hermana Damiata. Digo todo esto, porque Martorell afirma que primero tradujo su libro del inglés al portugués y luego del portugués a la lengua «vulgar valenciana».

Además se inicia la novela en Londres, donde su personaje es nombrado caballero, se hace famoso por sus constantes victorias sobre otros caballeros y es proclamado el mejor de todos los caballeros que han intervenido en las fiestas. En estos capítulos el ambiente inglés se reproduce con fidelidad y detallismo, hasta en nombres geográficos y personales, como afirma Martí Riquer comentarista y traductor al castellano de la citada novela. Y vayamos al grano después de la paja, en inglés la palabra tyrant significa tirano. Luego no es tirante sino tirano. Los murmullos cada vez se fueron haciendo más sonoros en desacuerdo con mi teoría. Era toda la clase y profesora contra mi peregrina teoría. -Un momento, me repuse, -y es que en griego tirano significa señor. Aquello es de reconocer que sorprendió. Tirano no significaba el jefe de una tiranía sino todo guerrero o aventurero que conseguía el poder. Envalentonado por la sorpresa que había causado, seguí diciendo que teníamos un magnífico ejemplo con el Cantar del Mío Cid, ya que cid o cide o sid significa en árabe el señor. Pues aquí lo mismo: tirano en el sentido de «el señor». Pero -continué en el desafío- me pareció extraño que fuera un tirano blanco, ¿no, señora profesora? (que a estas alturas ni me escuchaba). Pues volvamos a Inglaterra. En inglés black significa negro y no blanco que es white. Pues ya lo tenemos, el título debió ser El Tirano Negro, o Tyrant Black, es bonito y sugerente título. -Esto no es clase de valenciano ni nada por su culpa, replicó la adusta y enojada profesora. Y como en la poesía de Cervantes: fuese y no hubo nada: me despedí y sigo sin saber valenciano. Algún juez madrileño me superó en el escalafón por aprender gramática y vocabulario valenciano y dejarse de Tiranos Negros. Lo tengo merecido por leer libros de caballerías.