Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jesús Javier Prado

Reflexión en el trastero

Claramente y de imperiosa manera, una de las cosas que hay que dar por desterradas de cara a la nueva política que se avecina es que tengamos que dedicar nada más y nada menos que las veinticuatro horas del día de hoy a reflexionar sobre lo que votaremos mañana: en ese lapso de tiempo Amazon es capaz de traerte un paquete desde la China Popular tras dar un par de vueltas al mundo, y aún le sobra la mitad de horas. Nada, nada, eso ya forma parte de la vieja política, yo lo tengo claro. Con la media hora del desayuno es más que suficiente. Pero lo que sí hay que seguir manteniendo es el valor de la reflexión: como concepto filosófico, como sana costumbre mental propia de sociedades cultas y civilizadas. Dedicar un día cada cuatro años a dicho ejercicio vale su peso en oro. De hecho, tras mi oasis mañanero de media de aceite y café con leche (como en un bar no se desayuna en ningún sitio, háganme caso..), en cuanto entre en casa y me caiga de corrido y sin pestañear la lista de deberes, recados y tareas que tengo que realizar este gran sábado por la mañana, propias de mi condición de feliz padre de dos hijos maravillosos (qué digo maravillosos: formidables, fantásticos, estratosféricos?es que me faltan palabras en el diccionario, de verdad se lo digo) le pienso decir a mi mujer, a poder ser sin que se me quiebre la voz: "cariño, no te precipites y vamos a reflexionar serenamente la lista que has preparado". Acto seguido y por lo que pudiera pasar, en un movimiento tan intrépido como temible huiré al trastero: con la de cachivaches que tenemos seguro que me desoriento, me pierdo, y con un poco de suerte las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado no me encuentran hasta después de las navidades.

Y es que no hay sitio como los trasteros para reflexionar, y no sólo eso: dime qué trastero tienes, y te diré cómo eres (de hecho yo, lo que hago cuando tengo dudas sobre alguien que quiero que entre a formar parte de mi círculo de amistades es decirle "sí, sí, lo que tú quieras: pero enséñame tu trastero"). Pensándolo bien (¿ven, ven cómo sirve reflexionar?) nos despejaría muchas incógnitas conocer el trastero de los candidatos: y es que en este nuevo tiempo los aspirantes a presidente de gobierno se han desvivido en enseñarnos cómo es el salón de su casa, a qué dedican el tiempo libre, o lo bien que se lo pasan montando en globo. Pero el trastero (el físico y el mental), lo que propiamente llamamos trastero, no nos lo ha enseñado ninguno de ellos. Y da la impresión de que a partir del lunes (y por mucho que no quieran: bajar al trastero es uno de los males de nuestro tiempo?) van a tener todos que bajar al suyo propio, a darle una vuelta. A ver qué se suben, porque del trastero siempre, siempre, se sube con alguna sorpresa?

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats