En España tenemos un importante problema de salud pública y se nos oculta. Los suicidios, la principal causa de muerte con violencia, la más dura, la que se causa agrediéndose el agresor a sí mismo. En este país está considerado como un tema tabú, parece que si se habla de suicidios, se incita; si se trata como fenómeno, esta infradeclarado; si buscamos tasas o cifras no se encuentran. ¿Se nos está ocultando la principal causa de muerte violenta? La muerte no puede ser negada repitiendo que no existe, del mismo modo que no se puede correr un velo ante la realidad de que casi a diario hay personas que se quitan la vida. Tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a esa realidad, del mismo modo que nos encontraremos con nuestra propia muerte.

Es curioso que los datos sobre la salud pública no estén siempre visibles. Hay veces que se tardan años para que se dejen ver. Llama la atención que con los datos, índices, tasas o informes sobre economía no pase lo mismo porque cada mes o tres meses máximo tenemos a nuestro alcance toda la información actualizada. Desde el 2008 la situación de crisis y desempleo, desespero, incertidumbre, no tener una visión de futuro para la familia, entre otras causas, ha generado en personas afectadas por estos problemas una situación de ansiedad o depresión. Ante un ataque de desesperanza, deciden dejar de contemplar la calle desde la ventana pasando a precipitarse por ella y dejando atrás toda una vida, ante el horror que supone para quienes quedan y sobreviven a este acto, que no sé si es de cobardía o de no ver soluciones cuando las hay, siempre hay una solución para cada problema. Como exponía el novelista francés André Malraux «la muerte solo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida».

No se ven noticias en los medios que nos informen de la creciente crisis de salud mental ni de los suicidios. Ayer sin ir más lejos, estando en los juzgados, delante de mi pasaba un caso de suicidio. Hace unos días, en otro juzgado de la provincia estaban trabajando con la documentación del último suicidio, estábamos a miércoles y ya era el tercero de la semana. En ciertos servicios sanitarios me cuentan que tienen prohibido dar cifras, sin embargo prácticamente todos los días se están dando casos. Todavía veo la esperanza cuando escucho que alguno de ellos se ha conseguido evitar con éxito, tras una larga conversación y dedicación a la persona que ha sufrido una crisis e intentado acabar con su vida. Por esa razón, ocultar los datos no es buena solución, las personas y profesionales competentes saben las cifras reales, esa gente no es sospechosa de hacerlo con otra intención que de no fomentar más los suicidios con noticias e información de la realidad que nos pesa. Sin embargo, no es la solución según los expertos. La realidad es que si tenemos en cuenta el número de muertes, ya se está tardando en presentar campañas y medidas de prevención con planes especiales en esta materia, que a día de hoy, que yo sepa no las hay. Entramos en unas fechas críticas en este terreno, la Navidad hace acrecentar la sensación de soledad y de hundimiento en los que carecen de bienestar. Los expertos aseguran que en el noventa por cien de los casos de suicidios eran personas con enfermedades mentales. Conozco gente que tras una ruptura amorosa ha pensado en algún momento acabar con su vida y lo ha superado al compartir el problema, dejándose ayudar por profesionales y amigos. La pregunta es ¿estas patologías están diagnosticadas? ¿No debería invertirse en campañas de detección de las mismas? Si se diagnostica al enfermo se puede medicar y evitar una acción sin remedio como es el suicidio. Está demostrado que los programas específicos pueden ayudar a prevenir y evitar estos casos. ¿Por qué seguir empeñados en ocultar las cifras? ¿Por qué es un tema tabú? Si el suicidio es un modo de muerte violenta, también lo es la violencia de género y existe una alta sensibilización. ¿Por qué no actúan las administraciones prestando atención a este problema e invirtiendo en campañas de prevención y sensibilizaciones? ¿Acaso el suicidio no es una lacra equiparable a los accidentes de tráfico o la violencia de género ? ¿Por qué no se le da el mismo tratamiento y se informa como las muertes por violencia machista o accidentes de tráfico? Las gentes que se suicidan en nuestro país llegan al silencio de la muerte en su mayoría ahorcándose. Los que no se atreven con este método consiguen su finalidad con la ingestión de pesticidas venenosos y otros finalizan disparando contra si un arma. La razón sin razón de acabar con la vida no puede estar más clara. El suicidio que se convierte en el medio para obtener la muerte no podemos dejar de verlo como un hecho real. Es una muerte incompleta, es una muerte inmadura porque no se termina de hacer el recorrido de la vida. Del mismo modo que las cifras de muertes por accidentes de tráfico son irreales porque hay cifras oscuras de suicidas. Por ejemplo los que se quitan la vida al volante para poder cobrar el seguro la familia. También se puede dar en los lugares de trabajo, un albañil puede suicidarse tirándose al vacío desde la estructura de la obra dejando derecho a percibir la indemnización a la familia. Por todo ello es necesario hablar de cifras de suicidio y distinguirlos de la confusión con otras causas de muerte. Todos moriremos algún día, los animales lo hacen, los árboles también, no podemos dejarnos morir viviendo, hay que vivir envejeciendo.