El miércoles vi como un joven pegaba a Mariano Rajoy. Le propinó un puñetazo con tanta fuerza que el presidente del Gobierno, en funciones, quedó como aturdido debido a la violencia del puñetazo. Vi como el joven, cuando salía esposado, saludaba a la gente que se agolpaba en la calle y, con amplia sonrisa, parecía jactarse de lo que había hecho.

No creo en la violencia, es mas, me repelen los violentos. Creo en la moderación, en la educación y en el respeto hacia las personas que nos rodean. Respeto la ideología de cada una de ellas, aunque no la comparta. Me parece muy enriquecedor debatir ideas diferentes, hecho éste que hago con frecuencia pues mis amigos son de ideologías muy diferentes y a mucha honra.

¿Como puede ser que a estas alturas de la democracia española siga habiendo bestias que pegan por tener ideas diferentes? Es que no procede, es que de esa manera pierden la razón. ¿Que nos importa lo que este joven piense? ¡Que se presente a unas elecciones y si gana pues que gobierne, pero que lo haga sin mamporrazos y sí con las palabras! Y no me vale lo de que era joven. Ser joven no justifica esta ni cualquier otra acción violenta

Me da la sensación de que los españoles no hemos pasado página y seguimos aferrados a un pasado que debería avergonzarnos a todos, los de un bando y los del otro. Tenemos que mirar hacia adelante y olvidar terribles sucesos que nos dividen en dos: la derecha y la izquierda. Y este hecho que es de lo más normal en todos los países se convierte aquí en algo diferente. Se convierte en un enfrentamiento bronco, como ocurrió en el debate del otro día que fue vergonzoso. No me gusto el líder de la oposición que parecía querer impedir que el oponente hablara, que lo interrumpía, que hablaba por lo bajini... pero tampoco me gusto el señor Rajoy que se presentó como un opositor que expone todos los temas habidos y por haber. ¡No! Ambos perdieron la oportunidad de ganar a los indecisos con la ayuda del moderador, digo el no moderador, que estaba pero no actúo como tal y por tanto es también culpable de un debate fallido.

Pero volviendo a la agresión que sufrió ayer el presidente del Gobierno, hecho éste que condeno con todas mis fuerzas, de la misma manera que lo han hecho todos los políticos cualquiera que sea su color, rojo, naranja o morado, lo cierto es que escuchas las radios y te quedas pasmada. ¿Se puede creer el lector que los contertulios están valorando los efectos que esta agresión puede tener en las urnas? Es que es alucinante y, la verdad, me niego a escuchar todas esas mamarrachadas que pueden desembocar en que las campañas electorales se conviertan en una auténtica batalla campal en el caso de que el mamporrazo haya servido para ganar unos cuantos votos. Otra vez NO, con mayúsculas. Para mí sólo procede la condena expresa y contundente de cualquier medio de comunicación, sea cual sea su línea editorial, de una agresión que no tiene ninguna justificación. Lamento que haya violentos que aplaudan a un joven violento, lamento la violencia. Me gusta la libertad y el respeto.