Mi nombre es Fernando Muñoz, soy de nacionalidad española, y desde hace ya casi tres años resido en Santiago de Chile. Original de Elda, una ciudad industrial de la provincia de Alicante, me vi obligado a emigrar a Sudamérica a principios de 2013, cuando entendí que, después de todos los años que había invertido en «labrarme un futuro», en mi país no iba a poder desarrollar una trayectoria profesional por motivos que no hace falta que les cuente, ya que son bien conocidos por todos.

Sinceramente, llegados a este punto, llego incluso a agradecer lo ocurrido, ya que la experiencia me ha hecho crecer tanto en lo personal como en lo profesional. Soy del tipo de personas que eligen ver el lado positivo de las cosas, que prefiere quedarse con lo bueno en vez de con lo malo, y que va a pelear a capa y espada por conseguir lo que quiere. Las cosas son como son y vienen como vienen, y creo que por suerte, los jóvenes españoles tenemos una gran formación y una capacidad social y emocional que nos permite afrontar prácticamente cualquier tipo de situación. Es algo que he aprendido estando aquí, a través de mi experiencia personal y la de muchos otros que he ido encontrando en el camino, y de lo que me siento muy orgulloso. Aún así, dicho esto, es importante que, si alguien llega a leer esto, tenga claro que, si de mí dependiese, ahora mismo estaría en España, disfrutando de mi tierra y mi gente, y ayudando a mi madre a colocar los adornos navideños. Por desgracia, no será así.

Una vez dicho todo lo anterior, me gustaría exponer el verdadero motivo por el que he decidido manifestar mi opinión a través de esta carta, que no es otro que las elecciones del próximo domingo. En mi experiencia personal, cuando una persona se encuentra tan lejos de casa, y es consciente de la situación actual que está atravesando su país, su única arma para poder cambiar el sistema, para poder manifestar su nivel de acuerdo/desacuerdo para con nuestros representantes políticos, es el voto. Personalmente, ha sido algo que he anhelado durante estos últimos meses. Ha sido un año de cambios para nuestro país, en los que nuevas fuerzas políticas han surgido, y por primera vez en mucho tiempo, tengo el sentimiento de que hay algo que yo pueda hacer al respecto: ir a votar.

Pues bien, después de realizar todos los trámites que conlleva «rogar» el voto desde el extranjero, enviando toda la información requerida, dentro de los plazos indicados, finalmente no podré votar en las próximas Elecciones Generales. El martes fue día 15 de diciembre, fecha límite para que me llegase la documentación correspondiente, ya que el miércoles se abrían las urnas en el Consulado para que la gente pudiera ejercer su derecho a voto, y por desgracia, a mi domicilio no llegó nada. Según información facilitada por Correos de España, hubo una confusión con los votos que se enviaron desde Madrid hacia Chile a fecha 2 de Diciembre (el mío era uno de ellos), y «por error», fueron enviados a otro destino. Por tanto, para variar, una cantidad importante de españoles residentes en el extranjero, en este caso en Chile, no van a poder votar en estas Elecciones Generales del 20 D.

A mi juicio, es necesario que la gente sepa lo que pasa, que cuantifiquen la magnitud de lo ocurrido. Que hay españoles a los que se nos roba el voto, que se nos está arrebatando un derecho (y un deber) fundamental, y que perdiendo esto, perdemos el único mecanismo de lucha que nos queda a la gente que estamos lejos y que no hemos podido participar en todas las movilizaciones sociales efectuadas en los últimos años. Ojalá pudieran sentir por un momento la impotencia que siento yo ahora mismo. Y como yo, miles de españoles residiendo a miles de kilómetros de su hogar, a los que el sistema les ha pasado por encima con el único fin de que los de siempre salgan beneficiados. ¿Y qué puedo hacer al respecto? Al parecer nada. De ahí, que haya decidido escribir esta carta contando lo ocurrido y manifestando mi opinión, esperando me sirva como desahogo.

Me gustaría aportar un dato que leí hace un par de días y que sin duda les ayudará a comprender la seriedad del asunto. Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (pueden comprobarlos en su página, ya que están al alcance de cualquier persona), para estas elecciones están llamadas a las urnas un total de 36.510.952 españoles, de los cuales 34.635.680 residen en España y 1.875.272 residen en el extranjero. Estos casi dos millones de españoles que viven fuera de España representan aproximadamente el 5% del total de españoles que pueden ejercer su derecho a voto. ¡Un 5% señores! Habrá quien piense que es una cifra pequeña, pero cuando el resultado de las elecciones se presenta tan ajustado como todas las encuestas vaticinan que sea, ese «pequeño» porcentaje de voto podría cambiar completamente el resultado de las elecciones del próximo domingo, y por tanto, el panorama que los españoles tengan que afrontar durante los próximos años.

Como reflexión final, me gustaría hacer un llamamiento a toda persona que haya leído estas líneas. No me importa su tendencia política, que candidato le agrade más, o cuan desilusionados estén con toda la clase política española. Por favor, el próximo domingo día 20, vayan a votar. Hagan su elección y sean consecuentes con ella. Ejerzan ese derecho fundamental que todos los españoles deberíamos tener, y que nos ha sido arrebatado a unos cuantos.