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Marc Llorente

Adorable Concha

Olivia y Eugenio

Teatro Principal de Alicante

De Herbert Morote.

Reparto: Concha Velasco y Rodrigo Raimondi.

Director: José C. Plaza.

De nuevo Concha Velasco en el Principal con la serena maestría de una gran dama que domina los diferentes estados psicológicos y físicos de cualquier personaje. Carismática y adorable como siempre, viste con notoria humanidad a sus papeles y sintetiza toda su dilatada carrera en la obra del escritor y dramaturgo de origen peruano Herbert Morote. Un texto que la actriz maneja en su totalidad para exponer la emotiva relación entre una madre y su hijo con síndrome de Down. Es decir, Olivia y Eugenio. ¿Quién es normal en esta vida? La mujer, gravemente enferma, responde al rememorar su pasado. El paso del tiempo provoca pérdidas de variada especie o conmociones, y hubo cosas que se quedaron atrás. Hay adictos de diversa índole (al igual que lo fue su esposo ya fallecido), violentos o corruptos. «Sí, mami» y otras frases repite el joven que interpreta Rodrigo Raimondi o Hugo Aritmendiz. En esta representación, el primero. Y con la singularidad de que ambos tienen dicho síndrome. Sólo hemos visto a uno, pero podemos afirmar que ambos sacan adelante el papel sin ningún problema e impregnándole con la mayor frescura posible. La mano maestra de José Carlos Plaza cumple su delicada labor con sobriedad y sensibilidad en unos pasajes distendidos, dramáticos y con cierta ironía. Concha corta la respiración del público, en ocasiones, al reflexionar y mostrarnos la preocupación de su personaje, que busca salir del atolladero, junto a su hijo, a través de la «muerte digna». Los elogios de ella hacia él intentan normalizar la situación con una persona que depende de su progenitora. La tierna, sabia y alegre inocencia de Eugenio contribuye a cambiar el rumbo y a mostrar, como expresa el título de una película, que puede haber «dos vidas en un instante». Una madre coraje como la propia Concha. Y una acción terapéutica que la actriz (la misma que dijo «¡Mamá, quiero ser artista!») lleva a cabo con la esperanza y el amor que proyecta Herbert Morote. Quieren ir a la playa. Este océano, el aire y el sol residen en la catarsis teatral. En el elixir, cariñoso y lleno de ovaciones, que la afición lanza a Concha Velasco.

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