Somos muchos los que viviendo y amando esta ciudad, estamos seriamente preocupados por el rumbo del Gobierno municipal en estos primeros seis meses de mandato del tripartito. De nada sirve decir que ellos no representan la corrupción o utilizar la tan manoseada herencia recibida; lo sabemos y por ello precisamente la ciudad no renovó la mayoría absoluta al Partido Popular que gobernaba Alicante desde hacía veinte años. Pero convertir el Ayuntamiento en un escaparate donde se acumulan los desencuentros, las desautorizaciones públicas y los enfrentamientos más o menos explícitos entre los distintos grupos que componen el equipo de Gobierno municipal y entre los mismos concejales no creo que sea el clima más adecuado para que la ciudad avance y pueda afrontar los gigantescos desafíos que tiene entre manos. Tanto es así que en estos momentos, la situación política del Ayuntamiento en Alicante se ha convertido en un factor de inestabilidad que preocupa tanto dentro como fuera de la provincia.

Las pasadas elecciones locales y autonómicas confirmaron que estábamos ante el final de una etapa dominada por las mayorías absolutas, sabíamos que a partir de ese 24 de mayo las imposiciones e intransigencias tenían que ser sustituidas por un nuevo tiempo necesitado de diálogos, consensos y acuerdos. La fragmentación del mapa político y la emergencia de nuevos actores institucionales obligaban a ello, como se repitió hasta la extenuación en los discursos de los líderes del tripartito coincidiendo con su toma de posesión del Gobierno de la ciudad, allá por la mitad de junio. Sin embargo, parece que ese espíritu dialogante y conciliador servía únicamente para acceder a los cargos porque a los pocos días saltó por los aires, entrando en una etapa marcada por las controversias y las desavenencias mutuas, particularmente entre el PSOE y Guanyar.

Así las cosas, Miguel Ángel Pavón ya no puede disimular públicamente sus desautorizaciones hacia Gabriel Echávarri, mientras éste intenta aparentar que las cosas no van con él, al tiempo que Natxo Bellido, como Humphrey Bogart en Casablanca, parece situarse por encima del bien y del mal. Y se nos trata de vender como normal que el vicealcalde se manifieste contra el alcalde, o que la aprobación de la relación de puestos de trabajo en el Ayuntamiento del nuevo Gobierno del tripartito salga adelante con el voto en contra de Guanyar y los votos a favor de toda la oposición representada por el Partido Popular y Ciudadanos, por poner algunos ejemplos recientes.

Pero lo peor de todo es que desde el minuto uno de Gobierno, el tripartito ha alimentado enfrentamientos innecesarios con numerosos colectivos de la ciudad, demostrando falta de diálogo y poca capacidad para construir consensos, ya sea con empresarios de la hostelería y el ocio, comerciantes o incluso con los belenistas, acumulando una respetable lista de cambios, cierres y negativas que en mi opinión no eran prioritarios para la ciudad, dejando una imagen de intransigencia que casa mal con esa necesidad de diálogo y acuerdo que tanto se echa de menos en Alicante.

Para empeorar las cosas, la campaña electoral para las municipales realizada hace pocos meses no sirvió para hacer pedagogía sobre los desafíos pendientes de la ciudad y sus limitaciones, sino que alimentó una colección de propuestas electorales vacías e imposibles de cumplir que en demasiados casos chocaban frontalmente con la situación financiera de las arcas municipales e incluso con limitaciones legales más que evidentes. Así, desde el PSOE y su secretario general en Alicante se prometieron cuestiones tan llamativas como «eliminar los charcos de las calles que tienen que sortear los discapacitados cuando llueve», «pedir al presidente de la Generalitat @XimoPresident que ceda las competencias en Servicios Sociales», «que los transportes de enfermos no medicalizados se hagan en taxis», que «en septiembre de 2015 el mercadillo de Teulada volverá a su sitio original, Campoamor» o algo que ya pudimos comprobar que no se llevaba a cabo al señalar que «si gobernamos en 2015 la zona VIP de la mascletá desaparecerá. Los concejales y sus amigotes con la gente, es mi compromiso @gechavarri».

Posiblemente la solución esté en que Guanyar deje de ejercer de oposición en el Gobierno municipal, en que el PSOE entienda y desempeñe de una vez por todas la Alcaldía y Compromís abandone esa especie de dontancredismo político y se moje políticamente hablando. Es decir, la solución pasa por que todas las partes entiendan y comprendan el papel y la responsabilidad que han asumido sobre la ciudad y la oportunidad histórica que tienen en sus manos, y que en caso de fracasar, posiblemente tarde en repetirse.

Porque imaginen de lo contrario a este Gobierno municipal, tratando de llevar a cabo retos tan complejos como el diseño de un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Pero ya señaló el poeta Fiedrich Hölderlin que «en medio de la perdición puede surgir la salvación», así que no desesperemos. Ya sabemos, al menos que el tripartito se come el turrón, pero no parece que vayan a cantar villancicos juntos por Navidad.

@carlosgomezgil