Antiguo: Dicho de una persona. Que cuenta con mucho tiempo en el empleo, profesión o ejercicio.

Diccionario de la RAE

Permanente desde mucho tiempo en un sitio o en un puesto.

Diccionario de uso del español. María Moliner

La necesaria renovación de la política no puede significar ni el olvido de toda una trayectoria de la que, con luces y sombras, sentirse orgullosos, ni la banalización de los mensajes. El predominio en esta campaña del medio televisivo produce dos efectos ingratos: discrimina a quienes discrepan de las reglas del juego, los margina ocultando el trabajo en el gobierno y en la oposición; por otra parte dificulta la presentación de propuestas meditadas, sólidas, que vayan más allá del «minuto de oro» o de la lucha por la audiencia. Quien no quiere plegarse a esas nuevas reglas del juego, es (des)calificado inmediatamente como un «antiguo».

Este es un grupo de antiguos, más que por edad, por su persistencia en el empeño de mejorar las condiciones de la vida. Hombres y mujeres, de distintas edades, con tareas diferentes, que han coincidido, durante mucho tiempo, en el noble ejercicio de la política.

Llevan mucho tiempo construyendo la polis. En las peores condiciones, casi nunca en las mejores. Sin abandonar, a pesar de los desfallecimientos. Usando las armas existentes, con ellas o contra ellas. Sin escatimar el tiempo, sin esperar recompensa. Sólo por la íntima satisfacción que proporciona la contribución al perfeccionamiento de la especie humana, de la vida. En la polis, la ciudad, o cualquier grupo social que sólo puede construirse por la cooperación, sin esquivar la dialéctica.

Han trabajado en espacios comunes: el Club de Amigos de la UNESCO; la Junta democrática; la Plataforma democrática; el Movimiento de profesores no numerarios para construir un modelo educativo universal, gratuito, digno; la plataforma contra la entrada en la OTAN, la organización para la guerra de los países ricos; la plataforma antinuclear, ecologista; el movimiento asociativo vecinal, feminista, sindical... Han compartido los fines: la cultura, la paz, la salud, la honestidad, para construir una democracia que aún no consigue su plenitud. Han estado presentes y activas en tiempos de clandestinidad, en la resbaladiza transición, en los procesos electorales, en las instituciones representativas.

Izquierda Unida representó, para gran parte de ellos, el inicio de una militancia política formal con la que continuan. Desde el principio han contribuido a su constitución, su organización, el desarrollo de los métodos para la formación de una democracia participativa. Han respaldado las propuestas políticas, las actuaciones institucionales para concretar los grandes principios que han animado a la izquierda en actuaciones que sirvieran para el empleo digno (ahí estuvo la iniciativa legislativa popular por la jornada de 35 horas, en cómputo semanal y sin rebaja salarial, el rechazo a las empresas de trabajo temporal) y tantas otras propuestas que se citan a continuación.

Hoy, cuando el panorama político ha quedado ensombrecido por los profundos ataques al mundo del trabajo, a los derechos fundamentales de las personas, a la libertad, a la justicia independiente; cuando vuelve periódicamente la amenaza de una nueva guerra en el mundo, cuando se repite el terror de los asesinatos de mujeres y niños... no podemos guardar silencio. Esta nueva edición de elecciones generales, protagonizada por los escándalos de una corrupción que pretende arrastrar a cualquiera, personas individuales o partidos políticos, presentes en las instituciones públicas, está generando una importante confusión.

Izquierda Unida no ha colaborado en los negocios fraudulentos, ni sus cargos se han lucrado de las instituciones. Los personajes particulares que sí lo han hecho, alojados algunos ahora en nuevas formaciones políticas, no han marcado la ética política de IU. Izquierda Unida ha elaborado propuestas valiosas que hoy recogen los programas de otras formaciones, sin reconocimiento del largo trabajo, colectivo, socializado, que hemos realizado. Todo aquello que desde los 90 se elaboró colectivamente para afrontar los graves problemas de la mujer, el empleo, el medio ambiente, la educación, la sanidad, la renta básica, la infancia, los mayores, la vivienda (desahucios, viviendas vacías....) y hasta los conflictos de las autonomías históricas y la falta de un modelo de Estado con el que atenderlos. Muchas de aquellas medidas llegaron a producir un cierto escándalo por su radicalidad, ahora aparecen como novedad incluso en los programas de partidos que gobernaron y no las desarrollaron. Aquello que no consiguió la visibilización que merecía, es el patrimonio de esta izquierda que queremos, Izquierda Unida con las siglas UP-IU a la que apoyaremos en la votación del día 20 de diciembre.

Este es el llamamiento desde la izquierda, con el respaldo de las personas que han podido manifestarlo y de otras muchas, para la tarea de la política, la buena política, el instrumento de libertad, de justicia, de dignidad.

(*) Firman también este artículo: José Emilio Ferrer Gil, Francisco Moreno Sáez, Manuela Raya, Sergio Felipe, Beatriz Inés Martín, José Luis Díez Berna, J. Pérez García (Sofo), Juan Ángel Torregrosa, José Luis Romero, Gabriel Moratalla