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Vázquez Díaz en el MUBAG

El Consorcio de Museos de la Generalitat Valenciana de nuevo nos trae exposiciones organizadas desde Valencia. Parece que es la única solución ante el innegable vacío en el que se encuentra la gestión de los museos y las salas de exposiciones de Alicante. No hay dinero para llenar de contenido propio estas salas, pero sí para que el Consorcio las llene. Quizá sea porque nuestros museos no tienen un proyecto propio que garantice la adjudicación de un presupuesto para llevarlo a cabo. Así la programación del Mubag, depende de una institución como el Consorcio que ha demostrado su despreocupación por el arte y la cultura que se produce o se ha producido en Alicante. Las pocas exposiciones, realizadas sobre autores alicantinos, no han tenido ni la itinerancia por las distintas capitales de la Comunidad que sí han tenido los artistas valencianos, ni la regularidad expositiva para situarlos en la historia y en la contemporaneidad.

En la obra de Vázquez Díaz, expuesta en el MUBAG, se puede percibir con bastante claridad cuáles han sido las influencias y referentes de este importante autor. Vázquez Díaz vivió el París de 1910, conoció a Picasso, Juan Gris, Zuloaga... Y en ese ambiente de modernidad, asume la influencia directa, sobre todo, en la construcción del dibujo, del cubismo de Juan Gris y la estructura pictórica de Cezanne. Pero también miró a la tradición española, con los blancos de Zurbarán en sus cuadros. En los años de la posguerra española, en un predominio casi absoluto de una Academia de Bellas Artes retrógrada, sumida en un realismo caduco, Vázquez Díaz se mantuvo como uno de los activos de la modernidad. La mayoría de los artistas españoles, que habían vivido la vanguardia, vivían fuera, y no tenían la presencia para ser los referentes a seguir por las generaciones más jóvenes, y lo que se premiaba en los certámenes era bajo el juicio de la Academia. En España no hubo un atisbo de modernidad con verdadera presencia hasta los años cincuenta, cuando aparece El Paso y otros grupos de vanguardia. Y es curioso que Canogar, uno de sus miembros, se formara en la academia que dirigía Vázquez Díaz. En la revisión de la pintura española, tan olvidada, no podemos volver a caer en el error de obviar el contexto en el que se crean las distintas propuestas artísticas. El museo debe acometer esa labor realizando una programación en la que se vea esa trasmisión de los conocimientos entre las diferentes generaciones, y su lectura en el contexto cultural de la ciudad o provincia donde se ubica. Pero el Mubag nos muestra estas obras, estos autores, de manera aislada. ¿Qué sentido tiene programar exposiciones que no buscan esta transmisión de la cultura con el conocimiento de nuestro historia, para mirar a lo universal? ¿Para qué sirve?

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