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Antonio Sempere

Ay, Federico

Como era de esperar, la ópera El Público de Federico García Lorca, emitida desde el Teatro Real de Madrid, fue vista solamente por cuatro gatos. Por diez mil, para ser exactos, si nos atenemos a las cifras que arrojaron los audímetros. Un 0'2% de cuota de pantalla. Lo que traducido a hechos supone un cero técnico. Es decir, que podría ser que en numerosas provincias ni siquiera uno de sus habitantes disfrutase del espectáculo en su integridad.

«Claro, a la hora en que la emitieron es normal», me espetan quienes atribuyen al pésimo horario estas cifras tan bajas. Pues discrepo. Primero de todo: que el 0'2% de la audiencia optase por El Palco en la noche del domingo, significa que el 99'8% de quienes estaban consumiendo televisión durante esa velada, que eran muchísimos, desestimaron tal posibilidad y eligieron una oferta. A la hora de esta obra lorquiana, uno de cada cinco espectadores vieron tranquilamente Gran Hermano.

Y segundo ítem: los programadores de La 2 no son unos desalmados ni unas personas carentes de sentido común. Simple y llanamente tratan de que la cuota de pantalla global de la cadena no caiga por los suelos. Un 0'2% haría mucho más daño en un «prime time», de ahí que ni se les ocurra programar un ópera, por muy El Público que sea, porque sería tanto como ejercer de kamikazes y cargarse una noche, a efecto de audiencias, de un plumazo.

Traducido al castellano, que mientras La 2 siga siendo un canal generalista en lugar de un canal temático cultural habrá que continuar caminando con los pies de plomo. Jugando a dos bandas. Cumpliendo con los compromisos establecidos, pero sin bajar la guardia a la hora de mimar las audiencias. Porque cada décima es importante. Tan contradictorio como cierto.

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