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Juan R. Gil

Riesgos y desventuras del 20-D

Hubo un tiempo en que las encuestas electorales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) eran esperadas con el mismo temor y expectación con los que supongo que los antiguos atendían al Oráculo de Delfos. No eran predicciones lo que entonces hacía el instituto demoscópico oficial, sino verdaderos anticipos de lo que luego pasaría. Después, aquella infalibilidad quedó en casi nada y hoy, aunque sigue siendo una referencia a tener en cuenta, sus publicaciones en materia de intención de voto son frecuentemente discutidas y muchas veces desmentidas por la realidad.

El CIS dio a conocer este jueves, horas antes de que se iniciara la campaña para las elecciones legislativas del próximo domingo 20 de diciembre, su último sondeo. Elaborado a partir de la realización de 17.000 encuestas (nadie salvo ellos es capaz en España de hacer una muestra de semejante tamaño), el centro dibuja un panorama político nacional muy fragmentado, donde el PP sufre una fuerte caída pero sigue siendo el partido más votado y el que más posibilidades tiene de gobernar; Ciudadanos y Podemos se consolidan y obtienen un gran resultado y el PSOE sufre una sangría que le deja muy tocado. El traslado de esa encuesta a la Comunidad Valenciana dejaría a un PP también muy disminuido pero igualmente ganador de las elecciones y, tras él, en un puño, al PSPV, Ciudadanos y la coalición Compromís/Podemos, los tres con posibilidad de empatar a escaños y sin que quede claro cuál de ellos sería el partido más votado tras los populares. Para la provincia de Alicante, la encuesta del instituto oficial también sitúa al PP como partido ganador, aunque dejándose la mitad de sus actuales escaños, con C's justo detrás, los socialistas cayendo al tercer lugar y Compromís/Podemos por debajo de ellos.

Eso es lo que dice el CIS. Pero hay otros escenarios posibles, sugeridos ya por otras encuestas (la de octubre de este periódico, por ejemplo) y también hay tendencias detectables a poco que se salga a la calle. Cierto es que la encuesta del CIS es la última realizada y que su muestra es incomparablemente mayor. Como también es verdad que el CIS trabaja sobre bases científicas y las impresiones que cada cual pueda extraer de su contacto con la calle no son más que eso, impresiones sin validez alguna. Pero igualmente habrá que tener en cuenta dos hechos: que el CIS se enfrenta al grave problema de la falta de antecedentes suficientes sobre el comportamiento electoral de Ciudadanos y Podemos, lo que hace muy difícil el tratamiento de los datos, es decir, lo que se conoce como «cocina», y que sin aplicar esa «cocina» la intención directa de voto o el voto más simpatía colocan a Ciudadanos como el partido más votado en España por encima del PP; y por otro lado que, en cuanto a la calle, las percepciones obtenidas en ésta son subjetivas y sin rigor, pero conviene no olvidar que siempre que se ha producido un vuelco electoral ha podido «mascarse» antes en el ambiente que en los sondeos, a los que en muchas ocasiones les ha sorprendido lo que a pie de asfalto ya daban los electores por amortizado desde el inicio de la campaña.

Adonde voy es a que ese lugar de preeminencia que el CIS todavía otorga al PP puede no ser tal en la noche del 20-D, al menos por lo que a Alicante y la Comunidad Valenciana toca. Y que el varapalo para el PSPV puede ser aún mayor de lo que el sondeo oficial pronostica. Lo que indudablemente tendrá consecuencias más allá de esa fecha en lo que toca a la estabilidad del Consell y es posible que también a la de algunos municipios.

Compromís obtuvo en las elecciones autonómicas celebradas el pasado 24 de mayo más de 450.000 votos, lo que la situó como tercera fuerza política a escasas cincuenta mil papeletas del PSPV, mientras que Podemos, por su parte, cosechó en esos mismos comicios cerca de 280.000 votos. No parece que ninguna de las dos marcas haya sufrido un fuerte desgaste desde esas elecciones hasta aquí; si me apuran, en el caso de Podemos está en mejor disposición ahora que en mayo, aunque sólo sea porque han sido capaces de ordenarse un poco y poner sordina a sus enfrentamientos internos, además de haber moderado notablemente su discurso (obsérvese el tripartito de Alicante, donde, en el caso de Guanyar, son los concejales procedentes de IU, y no los que nacen de Podemos, los que están dando que hablar para bien y para mal). Por tanto, si bien política y matemáticas son conceptos opuestos, es de suponer que la renta de Compromís y Podemos, esta vez en coalición, sea mayor que la que cada cual obtuvo por separado en la convocatoria anterior. Eso les llevaría a ser la opción ganadora en la izquierda, desplazando aquí por primera vez de esa posición capital a los socialistas.

El PP logró el 24 de mayo pasado 650.000 votos, mientras que Ciudadanos no sumó ni la mitad (se apuntó 306.000 sufragios). Pero el partido de Rivera pasó de la nada a la cuarta plaza en les Corts a pesar de que era su primer intento, mientras que el de Rajoy perdió la Generalitat después de 20 años de enseñorearse de ella. ¿Es imposible que Ciudadanos supere en esta ocasión a un PP que ya perdió hace apenas seis meses la mitad de sus votos y que ahora se enfrenta a la primera campaña electoral desde 1995 en la que no puede utilizar los resortes de los que sí dispones cuando controlas el Consell, las diputaciones y la mayoría de los ayuntamientos? En mayo el PP llegaba exhausto, pero mandando en las tres diputaciones, las tres capitales de provincia y el Palau. Ahora comparece con solo dos corporaciones provinciales en su mano, sin capitales y sin Administración autonómica. No es lo mismo. La organización de C's es nula, de acuerdo, carece una mínima estructura racional. Pero viene de triunfar en septiembre en las catalanas, lo que no es poco empujón.

No sería descabellado, pues, pensar en un paisaje postelectoral donde en la Comunidad Valenciana la referencia de centro derecha hubiera dejado de ser el PP para tomar el relevo C's y la de la izquierda hubiera dejado de ser el PSOE para ser sustituido por Compromís/Podemos. En el caso del PP la fuga de clientes puede ser a partir de ese momento espectacular, al fin y al cabo alguien que conocía muy bien el paño como era el difunto Vicente Pérez Devesa siempre decía que el PP no era un partido, sino una conjunción de intereses; en cuanto a los socialistas, da igual que se cumpla esta interpretación como que se dé por buena la encuesta del CIS: la situación de Ximo Puig va a ser muy precaria en cualquier caso.

¿Qué ocurre si no es así? ¿Qué pasaría si aun a trancas y barrancas el PP lograra mantenerse arriba y el PSPV siguiera siendo el más votado en la izquierda? Entonces, aunque C's y Compromís/Podemos pudieran esgrimir un magnífico resultado, habrían defraudado sus propias expectativas y ambos correrían el riesgo de implosionar. Literalmente.

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