Cayetana Guillén Cuervo hace creíble el personaje de la mujer contradictoria y algo perversa, protagonista de Edda Gabler, la obra del noruego Henrik Ibsen que vimos este fin de semana en el Teatro Principal. La niña estudiosa que conocí cuando era muy pequeña es ya una mujer que supera los cuarenta, y es madre de un niño de nueve. La gran Ingrid Bergman protagonizó en el cine esta obra allá por mediados de los 60, lo que hace justicia al interés del personaje. Efectivamente, Edda y Nora (Casa de muñecas, la más conocida obra de Ibsen) se han convertido en personajes de mujeres paradigmáticas del teatro contemporáneo. Y las dos tienen misterio. Recuerdo que mi «ex amiga La Asquerino» decía de Cayetana, cuando inició su carrera teatral: «La hija de Gemma (Cuervo) tiene un punto de perversión muy interesante». Hemos visto una también interesante propuesta teatral del director Eduardo Vasco, que recupera ese teatro de ideas que Ibsen, junto al sueco Strindberg, abrió el camino al teatro europeo moderno. Lástima que la coincidencia en la programación me privara de ver Las Heridas del Viento, protagonizada por Kiti Manver en el Aula de Cultura, y por la que ha recibido numerosos premios y magníficas críticas. Y es urgente que los programadores de las salas alicantinas se coordinen para evitar que los aficionados se priven de ver todos los (pocos) espectáculos teatrales interesantes que nos visitan. Es posible.

Pero hoy me interesa comentar algunos puntos de la política local que me preocupan. El tripartito que nos gobierna (los más conservadores dicen que «nos desgobiernan») está metido en unos «berenjenales» tan innecesarios como estériles. Se inició la desestabilización municipal con los polémicos tuits insultantes para personas e instituciones de la concejala Marisol Moreno, que ahora mismo está pendiente de juicio ante la Audiencia Nacional por sus comentarios sobre la Corona. Y últimamente se suscitó una gran polémica por la conocida como «guerra de los veladores», a la que siguió el tema de la supresión de la instalación del tradicional Belén Municipal en el zaguán del Ayuntamiento, para terminar con el envío de miles de cartas a los colegios de primaria escritas exclusivamente en valenciano, para animar a los niños a escribir a los Reyes Magos en esa lengua. Estos temas tienen soliviantada a la sociedad alicantina, y creo sinceramente que se podía haber evitado tanta polémica aplicando un poco más de tacto. El tema de los veladores en las terrazas está, para mí, clarísimo: la norma hay que cumplirla y deben atenerse los hosteleros a lo autorizado. En mi opinión, la profusión de terrazas con veladores da una gran vida a la ciudad; se trata entonces de cumplir con las reglas del juego no aumentando el número de mesas autorizado y respetando los horarios para evitar molestias a los vecinos, que tienen derecho al descanso. Y el concejal y primer teniente de alcalde Sr. Pavón ha hecho de este tema una auténtica cruzada que no tiene sentido. Cuando hay discrepancias entre las partes existe algo conocido como diálogo, y no puede primar la fuerza que concede la autoridad legal. También aquí es posible un acuerdo. El tema del cambio de emplazamiento del belén presupongo obedece a querer dejar claro que España es un país laico y que hay que separar la religión de la política, y aunque sea una entelequia lo deja muy claro la Constitución. También aquí creo que existe error, las tradiciones suelen respetarse en cualquier país democrático, y a nadie se le ocurre pensar que se pueda suprimir, por ejemplo, la Semana Santa, estando los políticos en su derecho a no asistir a los desfiles procesionales. Una cosa es una cosa, y otra es otra. Finalmente, lo de las cartas en valenciano. Esto ni siquiera es legal, se mire por donde se mire, puesto que la norma dictada (y aceptada) es publicar los escritos públicos en la lengua oficial, el español (castellano) junto a las otras lenguas de las comunidades bilingües. La imposición del valenciano como forma de recuperación de esa lengua solo sirve para aumentar el rechazo de los castellanoparlantes que, guste o no, son (somos) la mayoría de los alicantinos. Ninguno de los temas son verdaderamente trascendentales, y no tiene sentido «encabronar» (con perdón) a amplias mayorías con decisiones que deberían meditarse. La firmeza de las decisiones de los gobernantes legalmente elegidos no pueden ni deben ser indiscutibles. Y el diálogo puede hacer posible lo imposible; cuestión de talante.

La Perla. «Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer imposible lo posible». (Bertrand Russell)