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Marc Llorente

Ideales del romanticismo

El espíritu romántico resplandece con el Ballet del Gran Teatro de Minsk interpretando Giselle

Giselle

Teatro Principal de Alicante

Música: Adolphe Adam.

Compañía: Ballet del Gran Teatro de Minsk.

El espíritu romántico resplandece con el Ballet del Gran Teatro de Minsk, la compañía titular bielorrusa con extenso repertorio y amplia proyección internacional. El martes representó en el coliseo una de las obras claves de esa etapa, Giselle (1841), uno de los títulos preferidos de los aficionados. La sensibilidad artística y la depurada técnica de los bailarines L. Kitrova y O. Eromkin nutren a la afición. Brillan la serie de giros en el espacio, el trabajo de puntas y la luz de la bailarina al realizar sus pasos y posiciones. El bailarín domina el terreno con sus figuras, salta girando en el aire y sirve de apoyo a ella como marcan los cánones. Así, esta historia de una joven campesina, enamorada de un misterioso aldeano (un duque en realidad), transcurre con el beneplácito del público. En la onda de los cuentos infantiles de hadas, el ideal de pureza femenina llega a través de la expresividad de la danza y la interpretación. El guardabosque conforma el triángulo, ya que está enamorado de Giselle y celoso. La muchacha logra el distintivo de reina de las fiestas de la vendimia y sufre una profunda decepción amorosa con consecuencias trágicas. Destaca también el paso a dos de V. Trenkina y K. Kuzniatsou por la seguridad de los movimientos, y en el segundo acto danzan de noche los espíritus de las jóvenes que han fallecido antes de la boda. Incluso después de morir, el hondo amor de Giselle auxilia a la persona amada. De tal manera, circulan la magia y el concepto liberatorio de la muerte. El universo de sombras, la niebla y los claros de luna, propios de los ideales del Romanticismo, se instalan en la segunda mitad. La imagen etérea y delicada de la primera bailarina nos transmite la bella plasticidad que contiene la coreografía de Coralli, Perrot y Petipa. Por su parte, I. Eromkina, con esbeltez y equilibrio, es la reina de las Willis, quien dirige el ritual de venganza. El cuerpo de baile se pone en acción con armonía. Y el lirismo musical de Adolphe Adam cumple perfectamente su papel en la vistosa puesta en escena del laureado Nikita Dolgushin.

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