Convenientemente etiquetado con el hashtag (#ParaHacerseloMirar), el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, sacaba la espada en Tuiter tras el último empate del Hércules ante la Pobla de Mafumet dejando entrever el fracaso que supone que un equipo de un municipio con menos habitantes que abonados tiene el club herculano no saliera derrotado del Rico Pérez. No le falta razón al primer edil alicantino, nada hay que objetar. Así se las gasta el fútbol y la pelota, que, al igual que la política y la ley d'Hont, en ocasiones acaban premiando al más inesperado de los participantes. Sin ir más lejos, el mismo Echávarri ocupa la alcaldía de una ciudad con 370.000 habitantes tras reunir votos para seis concejales, sólo un edil más de los que sumó mi estimado paisano Mario Calvo para presidir el Ayuntamiento de Aigües con sus 900 vecinos. Bien pensado, va a ser cierto que este invento del Tuiter lo carga el diablo. Por esa vía deslizó Echávarri a comienzos de octubre que antes de Navidad serían subastados el Hércules y el Rico Pérez con un precio de salida de 7 millones de euros, sin caer en la cuenta que los que se deben devolver a la caja pública son 18 para ajustar unas cuentas de las que, antes que nadie, solo puede hablar la Comisión Europea una vez cierre el expediente abierto sobre aquella subvención encubierta que acabó pagando el IVF. Tuvo que enmendarle la plana hace unos días Ximo Puig aclarando lo que no ofrecía dudas. Por aquí hay mucha gente en vilo, así que conviene no frivolizar y no volver a tocar la tecla en tanto el también tuitetado inversor «guiri» o madrileño aparezca con la chequera.
