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Francisco Esquivel

La verdadera gloria

Nina Simone es una de las fieras de los sesenta. Un icono. Y, sin embargo, fue incapaz de sacarle jugo a esto. Ya de cría, ponerse a tocar el piano a destajo en el pueblo aquel de Carolina del Norte la alejó de los de su especie. Y, a pesar de la ascendencia sobre el público, fue incapaz de conectar con los más cercanos. También los congéneres pusieron de su parte. Pese al virtuosismo en el teclado, una escuela de Filadelfia le hurtó la beca por el color de su piel y, lo que son las cosas, no tuvo más remedio que ponerse a cantar sacando esa voz desgarradora que deja sin aliento porque, de no hacerlo, no habría podido ayudar a la familia dado que el dueño del club nocturno de Atlantic City no estaba dispuesto a soltar un dólar por solo tocar. El asesinato de Luther King erosionó su fragilidad y se radicalizó con la pasión con la que interpretaba. En un reciente documental, su hija habla de ella con crudeza y con la distancia con la que lo haría cualquiera de nosotros de un neozelandés desconocido. Edmundo Seva, alcalde que fue de Sant Joan d´Alacant, no dispuso de fama internacional ni de esa energía misteriosa para darle desde el rhythm and blues al jazz y ni siquiera fue negro, pero ha sido un hombre cabal, querido y con ideales. Ya cuando anduvo por Calp con la capa -la caja, no la prenda- se hizo con la clientela y, con posterioridad, qué contarles. Resultaba complicado que no ganara en Sant Joan porque lo querían hasta los que no lo votaban y solo el estado del pesoe en 2011 podía lograr desposeerlo y dejarlo descolocado. Es como han quedado los que lo apreciaban al haberse ido tan pronto, aunque, de no ser así la puñetera vida, sería una risa porque nadie elegiría asomarse al desfiladero. La diferencia consiste en que, cuando Edmundo lo ha hecho, ha visto a sus descendientes sintiendo su pérdida más que la propia. Por eso ha triunfado.

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