Es justo reconocer lo que se debe. Si hace casi un año escribía críticamente contra la decisión del entonces equipo de gobierno local de eliminar las antorchas de la bajada del monte Bolón la anochecida del cinco de enero, este año debo congratularme con la decisión, promovida por Ciudadanos, con su ponente Loles Esteve a la cabeza, de devolverlas. Es digna de encomio la iniciativa. Y también lo es el apoyo de los demás grupos políticos con su voto, comenzando por el equipo de gobierno, que fue coherente con su palabra empeñada hace un año. Felicitaciones a todos ellos? Excepto a esos munícipes «extraviados» que votaron en contra.

Me refiero a aquéllos que votan en razón de ciertas reglas lógico-políticas genéricas. La aplicable a este caso se enunciaría de una forma parecida a esta: Soy de un partido que es ecologista. Ecologismo = no al fuego en el monte. Luego voto no a la bajada de las antorchas del monte Bolón. Y tan panchos. Si van a gobernar aplicando esas fórmulas a otros problemas locales, aviados vamos.

Porque lo malo de esas reglas generales es que no admiten matices ni modulaciones. Y ya sabemos que no hay nada categórico. Que en la cosa pública todo tiene bemoles que hay que leer para la acertada interpretación de la partitura.

Yo también estoy en contra del fuego en el monte. Pero si es para conservar un acto tradicional y singular como pocos de este pueblo con título de ciudad, que emociona a miles de niños y adultos, y cuenta con la debida organización, y un adecuado dispositivo de prevención y extinción de posibles incendios, aun desarrollándose en un eriazo, adelante con los faroles, nunca mejor dicho.

Pero claro, estas consideraciones chocan con la generalidad de las fórmulas barajadas por esos ediles, que lo que sí hacen bien es hablar y hablar, y tener reunión tras reunión con grupos de afectados y ciudadanía en general para arreglar problemas locales muy complejos, sin que se atisben en el horizonte próximo soluciones. Ello me recuerda la celebrada frase «hablado no se entiende la gente» del filósofo Gustavo Bueno, pues sólo hablado no se resuelven todos los problemas.

A lo que voy. Estamos de enhorabuena con la decisión del retorno de las antorchas a la bajada de Bolón. Y espero que los grupos que han tomado la decisión pongan el máximo empeño en solicitar las autorizaciones pertinentes, organizar la bajada -comenzado por establecer un cupo de participantes- y diseñar un plan de seguridad que garantice su realización. Todo con la inestimable colaboración -que no responsabilidad- de la sección de montaña del Centro Excursionista Eldense, genuino mantenedor de la tradición durante todo este tiempo. No hay que ser «guapo», como con descaro espetó un antiguo responsable municipal, para hacer entender a la gente que no todo el mundo puede bajar portando una antorcha esa tarde, por mucho que el monte sea público. También lo es el Pepico Amat y se cobra una entrada para acceder a él los días de fútbol. Es cuestión de organización y sentido común.

Estaremos atentos a los preparativos. Entre los que habrá que contar con un armario donde guardar los ledes? Por si el viento alcanzase nivel de alerta 3 esa tarde. Los niños lo agradecerán. O sea.