La Diputación tiene el arrojo, y el descaro, de asegurar que cuando acomete un carril bici en una ciudad de la provincia no tiene nada que hablar con el Ayuntamiento correspondiente. Así actúa en Alicante y por eso los alicantinos van a tener un carril bici al monasterio de la Santa Faz aislado, sin conexión con la red local para bicicletas. Es una gran insensatez, pero en el organismo provincial se ve hasta normal. Cada uno a lo suyo. Con este modus operandi, la Generalitat realizó una pésima actuación en la avenida de Dénia y los alicantinos se quedaron sin carril bici. Ahora, la Diputación, más de lo mismo. Parece mentira que el dinero público se siga gastando con tan poco seso y una alegría impropia de la época en la que vivimos. Luego, hasta se indignarán los señores diputados provinciales cuando se plantea desde algunos sectores de la sociedad y de la política la desaparición de los organismos provinciales por razones de efectividad, ahorro burocrático y evitar duplicidades.