A un lado de la cuerda, estiran con fuerza los que pretextan el Corán como solución global que nos imponen desde la violencia con fines muy poco religiosos. Al otro, los fundamentalistas coránicos que no han salido del primitivismo religioso, fiándolo todo a las formas, los ritos y a la tradición, sin discutirla ni interpretarla. En medio queda la mayoría, millones de musulmanes, la mayoría sencillos y con buena voluntad, que tratan de vivir su fe conforme a la religión del Corán y su principal profeta.

A pesar del simplismo al que acabo de reducir una realidad tan compleja, creo que sirve para situar el problema en parámetros que no se pueden soslayar por más tiempo. En primer lugar, la necesidad ya imperiosa de interpretar la literalidad del Corán por parte de los musulmanes, que para eso tienen muchas personas eruditas, doctas y con experiencia religiosa. Es que tienen miedo, nos dirán? Los verdaderos mártires de cualquier religión que se precie, son aquellos que han antepuesto la verdad para liberarla, y de paso abrir nuevas puertas de verdad a su pueblo. Y me refiero a la esclavitud en el sentido amplio del término, incluyendo el fanatismo y la literalidad subjetiva que tanto daño hacen. No hay que olvidar tampoco que el primer fundamentalismo nació en los protestantes norteamericanos con su literalidad a veces infantil del Antiguo Testamento. Una gran religión como es el Islam, con tantas suras apelando al Dios misericordioso en el Corán, no se merece que no se viva su mejor versión.

En segundo lugar, el propio mundo musulmán, el grueso de sus fieles que aumentan año a año sumando ya 15 millones, deben de manifestarse de una vez en público por la calle rechazando estos horribles crímenes terroristas en nombre de Alá. Su silencio es comprensible en parte por miedo, pero no es suficiente razón para la indefinición pública de tantísimas personas. Más si cabe, cuando no son comunidades homogéneas ya que proceden países muy diferentes, desde Marruecos, Turquía o Pakistán.

Creo que las cosas han llegado a un punto en que la comunidad musulmana en Europa, debe dar un paso al frente con el objetivo doble de visualizar al islam mayoritario frente a quienes no entienden más que del terror y desacreditan ferozmente a la noble causa religiosa de Mahoma. Y mostrarnos su solidaridad con las víctimas y la sociedad toda de la Unión Europea, sufridora de las consecuencias de este tipo de terrorismo.

Los cristianos, en fin, tampoco debemos claudicar ni ante la indiferencia ni caer en la tentación de demonizar a una religión por los horrores de unos pocos. La historia nos muestra demasiados episodios de sangre en nombre de Dios, aquí y allí. Ya es hora de que nos volquemos, cristianos y musulmanes, en las prácticas de amor como el único lugar en el que podemos ser reconocibles para un mundo mejor. No demos más bazas a los hijos de las tinieblas, que se frotan las manos con las graves inconsecuencias de los hijos de la luz, por acción y por omisión.