El planeta Tierra está revuelto. La inseguridad y el miedo han invadido nuestras calles tras los atentados terroristas de hace varios días en París. Y ahora, ¿qué? Pues ahora, hace falta menos hipocresía, más información a los pueblos y más compromiso para democratizar in situ países que están en conflicto y guerra permanente. En muchas ocasiones son rivalidades tribales y en otras son intereses de potencias extranjeras las que hacen de algunos países de oriente próximo un polvorín de balas, bombas y radicalismo. Son guerras permitidas, consentidas o provocadas las que han «incendiado» aquel lugar del planeta y que justifican el éxodo de miles y miles de personas que huyen del horror y de la muerte. Ahora nos rasgamos las vestiduras por los atentados que grupos terroristas de corte yihadista están realizando contra personas e intereses occidentales, pero alguien sin hipocresía y con transparencia absoluta podría explicar los errores cometidos por países occidentales que han intervenido militarmente en la zona. También sin hipocresía alguien debería explicar, a este lado del mundo, por qué se siguen vendiendo armas a países amigos de aquellos terroristas que luego nos acribillan. Y también sin hipocresía podría alguien hacer un master financiero para explicarnos por qué y de que manera se financian determinados grupos terroristas yihadistas, y decir si es verdad o no que hay individuos de países pertenecientes al G20, como dijo recientemente el presidente ruso, Vladimir Putin, que financian al Estado Islámico. Alguien sin hipocresía, por favor. Repudiar y rechazar cualquier acto de terrorismo es lógico, yo también lo hago, pero no podemos tener gobernantes de aquí, de allí o de al lado que toman decisiones a golpe de corazón y no de cerebro, a golpe de sentimiento, de impulsos, y no buscando en la lógica de la causa. El dolor del pueblo francés es mi dolor, pero también es mi dolor el de aquellos que sufren la barbarie en Siria, Irak, Palestina o Mali, por poner un ejemplo.

El corazón de Europa está siendo hostigado, castigado, pero tomar decisiones para reducir los derechos y las libertades de los ciudadanos en pro de una hipotética seguridad global es una equivocación y una hipocresía. La paz no se consigue sólo con bombas. Y nuestros gobernantes deberían, también, saberlo. Por cierto, que Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, afirme que «igual que vencimos a ETA venceremos al terrorismo yihadista» o es una ingenuidad o una torpeza, que alguien se lo podrá recordar en el futuro. Atacar con bombas en los presuntos refugios de los terroristas significa producir daños colaterales, y no surtirá la eliminación absoluta de la barbarie y el fanatismo. Dicho esto, rechazo cualquier acción violenta y cualquier acto de terrorismo.

España pertenece a organismos internacionales como la ONU o la OTAN y, por tanto, cualquier movimiento y aumento militar de nuestro país en otros lugares del planeta se debe hacer primero bajo el paraguas legal de estos organismos, con el apoyo del parlamento español y también con el respaldo de los ciudadanos a través de un referéndum. Y esto vale para ahora y también para después de las elecciones generales del 20 de diciembre. Por cierto, hay potencias occidentales que llevan años bombardeando la zona del conflicto y no han conseguido acabar con los terroristas yihadistas. La paz nunca se consigue con más bombas. Como tampoco el recorte de libertades, de derechos, de democracia, garantiza la seguridad absoluta. ¡Ah!, y me preocupa el discurso pseudo militarista del líder de Ciudadanos, Albert Rivera.

Insisto: sin hipocresía, por favor. Francia acaba de anunciar que incumplirá los objetivos de déficit por el aumento del gasto en seguridad y ahora no pasa nada. La austeridad impuesta por la Unión Europea durante años a los ciudadanos era para cumplir el objetivo de déficit de los países y nadie se podía salir del camino trazado, aunque fuera a costa del sufrimiento de la gente, de hacer personas más pobres y con más desigualdad. Ahora se anuncia que se incumplirá el déficit por una seguridad global que no existirá y Europa acepta. Esto se llama: el gran engaño. Hoy necesitamos más Europa, pero no esta forma de hacer Europa. La Unión Europea no tiene un planteamiento común para luchar en estos momentos difíciles contra el terrorismo global, como tampoco tiene un planteamiento ante el éxodo de refugiados, y parece que sólo lo tiene cuando se trata de asfixiar económicamente a los pueblos.

Con esta Europa, los ciudadanos estamos más desprotegidos. Ni más ni menos.