Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Sempere

Más tiempo

Más tiempo. Cuando veo cada noche las presentaciones de Historia de nuestro cine percibo que lo que necesita el invitado que acude al plató a explicar y contextualizar la película que vamos a ver es tiempo. Más tiempo. Algo que le es negado por un ente superior empeñado en llevar al infinito esa consigna de que, en televisión, el tiempo es oro. Pero sucede que no. Sucede que en los tiempos que corren hay mucho más viaje que alforjas con las que abastecerlo. Que 24 horas son muchas horas cuando se trata de rellenar una parrilla de programación. Por lo que se da la paradoja de que mientras se regatea un minuto al invitado en cuestión, se desperdician horas y horas de emisión que nadie sabe con qué cubrir. Podría extrapolar el caso a otros canales, pero ya que aludimos a La 2, que cuenta con peculiaridades concretas como estar liberada de servidumbres publicitarias y contar con una clara vocación por el fomento de la cultura, no se entiende esa inercia hacia las prisas.

A principios de los ochenta del siglo pasado, el director de TVE del momento hizo a Fernando Méndez-Leite un regalo precioso. Le entregó una noche, la de los lunes, para que hiciese con ella lo que quisiera. Así, bajo la marca de La noche del cine español, disponía de prácticamente tres horas de parrilla para disponerlas a su antojo. Las introducciones de esas mismas películas que ahora estamos viendo podían durar, tranquilamente, una hora. Había documentación. Se hacían entrevistas. Rescataban imágenes de archivo. El experimento funcionó tan bien que duró tres años. También Diego Galán tuvo ocasión de contar con tiempo en Memorias del cine español. Ahora hemos pasado al extremo contrario. No hay tiempo para nada. Aunque buena parte de la parrilla sea un erial plagado de relleno.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats