La patronal alicantina lleva años equivocándose en la elección de sus presidentes. Rafael Martínez aparece en el sumario Gürtel y de Modesto Crespo no hace falta contar más. Todo lo que le pasa a esa institución es culpa de quienes han formado parte de ella. Ahora, el último presidente, Moisés Jiménez, que a punto está de enterrarla, pierde los papeles y sale como la torreta de un tanque enloquecido a disparar a diestro y siniestro. Resulta que el lamentable estado de Coepa es fruto de una conspiración de Valencia, sus políticos y sus empresarios, para cargarse esta provincia. Pero, hombre, Moisés, ¿para qué tanto, si esta provincia se suicida sola y sin ayuda de nadie? Moisés Jiménez debe irse ya, mejor el lunes que el martes, para facilitar una solución que sólo puede pasar por preservar la institución porque es útil si se dirige bien. Y los empresarios deberán dejarse de camarillas y acertar con el sustituto, por la cuenta que les trae. Otro aviso, éste a Cristóbal Navarro, presidente de la importante patronal de pequeña y mediana empresa: pasar de martillo de herejes a confesor de cámara nunca salió bien. Esta vez, tampoco.
