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Herculillo de Enriquillo

El Hércules no es tuyo, todo lo que podías obtener de él ya lo has sacado y, además, nos pertenece a todos los alicantinos

Querido Enriquillo, no tienes medida, está claro, eras, eres y serás, siempre, «el puto amo».

Y no lo digo porque, con la simpleza que no franqueza, que te caracteriza sueltes por esa boquita lo que te venga en gana, que también porque, al fin y al cabo, qué quieres que te diga, que siendo quien eres en el Hércules digas que no entiendes de fútbol, pues hombre, muy bien no queda, por mucho que los aficionados que te sufrimos desde hace años, a estas alturas, sepamos de sobra que, más que no entender, lo que no tienes es ni idea. Menos mal que, por lo menos, no has dicho en público lo que dices en privado, que no sólo es que no sepas, es peor, es que tampoco te interesa lo más mínimo.

Y no creas que, quien te escribe esto, no recuerda perfectamente por qué llegaste tú al club. Lo sé, no fue por voluntad propia. Fue Luis Díaz Alperi, el que siendo más que alcalde Dios en esta ciudad, decidió ante los problemas económicos del Hércules buscar una solución a la altura de las circunstancias, por cierto, lo mismo que ahora el molt honorable Ximín Puig manifiesta querer hacer, eso sí, como siempre, aún no sabemos con quién. En fin

Por aquel entonces, el todopoderoso Luisito vino a decir algo así como: ¡Tranquilos, herculanos que vuestro alcalde, que soy yo, ha encontrado una solución!. Reconozco que, ya por aquel entonces, al escucharle se me pusieron los pelos como escarpias. Desgraciadamente, no me equivoqué. Su «bendita» solución fuiste tú, Enriquillo, no te digo más.

-¿Por qué lo hará Ortiz?-, se preguntaron entonces muchos aficionados ¿Por amor al arte, mejor dicho, al fútbol? ¿Por amor a Alicante, mejor dicho, a sus contratas? ¿Por amor al Hércules, mejor dicho, a sus contactos y consiguientes relacioneos varios? Todas esas preguntas y muchas más quedaron durante mucho tiempo sin respuesta hasta que, ya ven ustedes, años después, fue un fiscal anticorrupción el que comenzó a contestar a algunas de ellas.

Hoy, Enriquillo, ya sabemos, por ejemplo, que el Hércules en tus manos ha sido una máquina de hacer negocios que, por cierto, poco o nada tenían que ver con el futbol. Ya ves, el caso es que siempre lo intuimos, quizás por eso, cuando en el plano deportivo llegaron las primeras sospechas de posibles partidos amañados o comprados desde tus despachos del club, nadie se extrañó. Para entonces ya nos imaginábamos que por el camino vendría más, pero que mucho más.

Y así fue. No había que saber mucho para llegar a esa conclusión, al fin y al cabo, desde tus principios en el club veníamos ya aguantando estoicamente tus caprichos en el mismo? Que en tus orígenes ponías de presidente del club a tu cuñado Enrique Carratalá, nosotros nos decíamos, -No pasa «na», ¿habrá algo más español que un «cuñao»? Que, años más tarde, metías a jugar a Portillo, nos decíamos: -No pasa «na», al fin y al cabo, es su yerno, hay que entenderlo-.

Y es que, desde el principio, todo fue así. Cuando no había familiares a los que emplear, siempre había algún ex concejal, el hijo de un amigo o, el amigo en sí. Y así, el club se fue convirtiendo en una especie de banco en el que se pagaban favorcillos del pasado con puestecillos del presente.

El tiempo ha pasado pero casi nada ha cambiado. Temporada a temporada, últimamente descenso a descenso, hemos llegado hasta nuestros días, aguantando carros y carretas, ¿pero sabes qué pasa, querido Enriquillo? Que nos hemos cansado.

Y no porque la Segunda B sea soporífera, que lo es. Ni porque los alicantinos pensemos que merezcamos algo mejor, que nos lo merecemos, sino porque, encima, para colmo, estos días andas usando al club como moneda de cambio.

Comprendo, aunque no comparta, tu legítimo interés por la pasta, o lo que es lo mismo, por Rabasa e Ikea, pero el Hércules no puede convertirse en un cromo que se cambia por otro cromo. Por eso, cuando en estos días, por lo bajini, andas enviando emisarios al maxi alcalde Echávarri -que, por cierto, para nadie tiene tiempo salvo para tus enviados- con el mensaje claro de que estarías dispuesto a devolver el Hércules a Alicante a cambio de Ikea en Rabasa o, si no es posible, al menos de mantener algunas de tus contratas, te equivocas y lo haces de lleno.

Más que nada porque el Hércules, aunque te parezca extraño, ya no es tuyo. Y no lo es por dos motivos, el primero porque todo lo que podías obtener de él ya lo has sacado y te puede asegurar que has hecho un buen negocio ¡Te felicito! Es cierto que hay que tener estómago para ello, pero tú de eso andas sobrado y lo has conseguido.

El segundo motivo, en realidad, es el principal. Verás, te sonará cursi, pero las cosas del corazón ni se compran ni se venden. El Hércules es, por encima de todo, un sentimiento y, a estas alturas, por cariño, paciencia y derecho, ya nos pertenece a todos los alicantinos.

Espero que no tardes en darte cuenta y pronto comprendas que, a veces, tener es dar pero es que, además, en este caso, no es dar sino devolver porque, al fin y al cabo, no olvides que gran parte de lo que ahora tienes, en realidad, te lo hemos dado nosotros.

Lo demás, que nadie se deje engañar, es puro folclore. Los dimes y diretes del presidente Parodi, escudero fiel de Ortíz, intentando enfrentarse al ayuntamiento y provocar discusiones sin mucho sentido, forman parte de esos adornos primerizos de Navidad que sólo pretenden distraer a Mister Pavón que, como siempre le pasa con las cosas de Echávarri, no se entera de nada. Y es que, en realidad, la enjundia de todo ésto hace tiempo que se discute directamente entre el maxi alcalde Shrek y el constructor Ortiz pero, por supuesto, como siempre entre ambos, no por encima, sino por debajo de la mesa.

Así que, mientras tanto, paciencia, nos toca seguir sufriendo, o lo que es lo mismo, seguir sin ver poder al verdadero Hércules de Alicante pero, eso sí, viendo en el Rico Pérez, semana a semana, «Her-culillo de Enriquillo».

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