Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Mondéjar.

El indignado burgués

Javier Mondéjar

Gestos

Cuando alguna vez Alicante deje de mirarse el ombligo, Valencia temblará. No sucederá nunca, anticipo. En nuestra provincia estamos tan felices de habernos conocido que jamás habrá la posibilidad de que nos unamos en un frente común más allá de la indignación a la hora de los gintonics. Por si fuera poco, los que nos podrían servir de referencia prefieren mirar para otro lado y hacer la guerra por su cuenta, que no tiene ya ningún honor presidir instituciones caídas en desgracia o entidades al borde de la liquidación.

No estuvo mal, por lo que leo, el discurso de Echávarri en Valencia, he visto que dijo parte de lo que hay que decir y, desde luego, hacía mucho que argumentos semejantes no se oían en la capital del antiguo Reino, que más nos hemos dedicado a aplaudir sin mengua a los que mandaban que a pedirles que se dejaran ya de pamemas y mirasen por nuestras necesidades. No es que sirva de mucho, pero a la postre los gestos quedan la gente se va y otros que vienen las continuarán y la vida sigue igual.

Claro, que lo que no me queda diáfano es si mencionó el alcalde que él es una tercera parte de un triunvirato y que más bien son otros los que tienen la sartén por el mango y el mango también. Porque con estos oídos escuché a Pavón decir en la radio que se habían repartido los papeles y unos iban a Valencia a hablar y otros se quedaban en Alicante a trabajar. Bueno, a lo mejor no lo dijo así pero desde luego era el tono. Así que ustedes mismos.

No me gustan nada las presidencias/alcaldías compartidas; es verdad que evitan que cualquiera se pueda endiosar, pero de ahí a agachar la cabeza media un abismo y un alcalde florero tiene muy poca utilidad, más allá de cambiarle las flores cuando se marchitan. El problema de los que visires que quieren ser califa en lugar del califa es el ego: no todos están capacitados para ser segundos y mandar en la sombra, hay que tener una cabeza muy bien amueblada para resistir los cantos de sirena y la irremediable tendencia a los focos. Y mira que he conocido segundos mucho mejores que los primeros: todos aquellos que consiguieron hacer brillar a sus instituciones desde un segundo plano y sin que apenas se notase su intervención.

En el caso personal que nos ocupa es evidente que la oscuridad y el auténtico poder entre bambalinas no le va y prefiere la púrpura, el cetro y la foto, sin duda porque lo vale y ahí están sus huestes y sus votos para demostrarlo, pero para Alicante es un desastre. Me cabe la duda de si lo que clamó Echávarri en Valencia es un deseo compartido por él solo y su familia, por su grupo o por el gobierno municipal. En el primer caso es simplemente un catálogo de «buenismo», en el segundo es un aldabonazo en la puerta de los que mandan en la Generalitat. Cómo ahí ha quedado la cosa y ni el tripartito, ni el chico que más manda en el tripartito, han dicho nada a favor respaldando la jugada, lo dejaré en el apartado de frases que no dicen nada, no significan nada y nadie toma en cuenta más que como exabruptos o desahogos, tal que los cuentos de este Indignado Burgués, por ejemplo.

Pero por si sirve de algo propongo pasar a la firma un boletín de adhesión no al alcalde, que en historias políticas no me meto, sino a su hoja de ruta relacionada con tres temas: la absoluta falta de liderazgo de la capital, la necesidad de un lobby empresarial potente con personas auténticamente independientes (y me gustó mucho una frase suya: «nadie sujeto a respiración asistida es capaz de alzar la voz frente al dueño del respirador») y la injusticia de que la segunda ciudad de la Comunidad Valenciana y la cuarta o la quinta de España juegue en la Tercera División de la infrafinanciación y la infravaloración.

Ahí -y para quien corresponda- firmo en la línea de puntos.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats