«Naturalmente no se puede decir que aquellos de nosotros que removimos a Saddam en 2003 no tengamos alguna responsabilidad por la situación en 2015», ha declarado Tony Blair a la Bbc a la vez que pedía perdón y reconocía que se equivocó. Para el incomparable presidente Aznar, sin embargo, «en términos de influencia y de apoyo internacional a nuestros objetivos, España salió ganando».

El Daesh, como han decidido denominar ahora al ISIS o Estado Islámico, reúne algunas características de un Estado-territorio, población, legislación, monopolio de la fuerza? Pero no es un Estado moderno como los que surgen en occidente a partir del Renacimiento y culminan con la Revolución Francesa. El Estado moderno como forma de organización política es una democracia que se asienta en la soberanía popular, en la separación de poderes; las leyes, el derecho y el monopolio de la fuerza derivan de la soberanía expresada en las urnas por los ciudadanos. El Estado moderno se enfrenta a la monarquía absoluta y a la aristocracia, que lo son por voluntad divina -incluso Franco lo era por la G. (gracia) de Dios, que rezaba la peseta-, y en esa creencia se asentaba la estructura política y jurídica feudal. La fe estaba por encima de la razón. Son los regímenes teocráticos, también era teocrático el Japón hasta su derrota en la II Guerra Mundial. Durante siglos convivieron en Europa los dos poderes el Papado y el Imperio; la Fe o la Razón como fuentes de la organización y derechos y obligaciones políticas. Y el sujeto lo era en virtud de su confesión, su origen o incluso de su sexo. El sistema político occidental actual llegó con las revoluciones: la norteamericana de 1776 y la francesa de 1789. Y fracasó en las españolas de 1808, o las de las I y II repúblicas. El orgullo y los valores franceses no se asientan en la religión o en el nacimiento, sino en su Constitución y en la ciudadanía republicana: libertad, igualdad y fraternidad. Esta es la diferencia radical entre los nacionalismos español o catalán y el francés. Por eso el manifiesto independentista catalán es una traición, más que a la unidad de España que rebuscan los españolistas en la historia, a la identidad que definen los valores constitucionales.

Los Estados islámicos, el Daesh y los Emiratos del Golfo, o Irán, asientan su organización en la voluntad divina expresada a través del profeta que está representado por los imanes y reyes. El poder político y religioso lo encarna una misma persona que es responsable de hacer cumplir la sharia o ley islámica y organizar la sociedad con arreglo a su interpretación de las leyes coránicas. Arabia Saudí y los Emiratos del Golfo exportaban los movimientos islamistas -primero con el apoyo de los EE UU de Bush- contra los soviéticos en Afganistán y luego a Palestina, Siria o Libia. La primavera árabe que lanzó Obama en 2011 afectó más a los países árabes y musulmanes con regímenes laicos: Irak, Siria, Egipto, Túnez, incluso Libia. Mientras estos se desestabilizaban, las teocracias reprimían -caso de Omán- por mandato divino, sin piedad.

El Daesh aparte de combatientes extranjeros, está integrado por los mandos del ejército de Saddam, por sirios islamistas e iraquíes sunnitas. Esta corriente del Islam era a la que pertenecía Saddam Hussein, es minoritaria en Irak y está enfrentada a los chiítas que gobiernan en Irán y ahora en Irak. El carácter secular y dictatorial del régimen de Saddam era la garantía del equilibrio. La intervención de chiítas o kurdos de Irak puede ser contraproducente si entran en territorio sunní; las teocracias árabes no entrarán o apoyarán al Daesh. Como añadía Blair en la Bbc, «hemos intentado la intervención con tropas en Irak, la intervención sin tropas en Libia y la no intervención, pero con llamamiento a un cambio de régimen en Siria. No tengo claro que, incluso si nuestra política no funcionó, las siguientes hayan funcionado mejor», no está claro que incrementar los bombardeos vaya a dar resultado si no pasa por la propuesta de Putin como dije en estas páginas (Parar la III Gran Guerra, INFORMACIÓN, 10 de octubre). Hoy sólo pueden intervenir sobre el terreno los propios sirios con el apoyo aéreo, de instrucción, estratégico, etcétera, coordinado de los aliados de Rusia y occidentales.

Igual Aznar tiene otra ocurrencia para que salgamos «ganando» otra vez. Será porque sigue atribuyendo a ETA los atentados de Atocha, digo yo.