Pasamos un fin de semana en Madrid y me sorprende mi marido con unas entradas para ver en el teatro a Ricardo Darín, y disimulo un pequeño desencanto al ubicarnos en la fila dos, pero del alejado anfiteatro del abarrotado auditorio de los Teatros del Canal, y ya sabes, me dice, ha sido muy difícil incluso conseguirlas pues la representación solo se escenificará aquí unas semanas. Empieza la obra y capta inmediatamente mi atención el extraordinario talento y poderoso magnetismo de los dos únicos actores, pues a Darín solo le acompaña la actriz también argentina Erica Rivas, de quien admiro su divertido papel de histérica novia en la película de enorme éxito Relatos salvajes, y ambos protagonistas en un brillante duelo interpretativo desarrollan la afamada obra Escenas de la vida conyugal en una historia de sentimientos y situaciones en la vida de una pareja escrita por Ingmar Bergman.

Y entre risas, instantes dramáticos y aplausos asistimos a diálogos sobre las dificultades y los encantos de la vida en pareja, y sobre el amor y la pasión, y el engaño y la rutina, y el desencanto y los celos, y el desencuentro y el afecto, y la pérdida y el inicio.

Y cenamos después con mi hija María, y hablamos de la obra, y de los actores, y de lo gratificante que es poner la atención en lo positivo de nuestra pareja, y es que aquello en lo que nos centramos se dignifica y aumenta de tamaño, y mis pensamientos crean sentimientos y ambos actitudes y acciones, y elegimos una relación para crecer, y estar bien, y completarnos pues construimos en gran medida el ambiente que nos rodea, y con cariño, pasión y amor la relación de pareja que hay que cuidar cada día puede ser algo maravilloso y fascinante.

Y acompañamos a María a su casa en Atocha, el paseo es agradable y la noche deliciosa, la ciudad tiene encanto, y le digo cuánto la quiero, y nos despedimos hasta mañana, o bueno, no sé, me dice, tengo que estudiar, y luego, sabéis que os digo, que mañana vamos nosotros también al teatro a ver a Darín y a Erica Rivas.