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Hoy no como ayer

Recuerdo la mañana del 11M como si fuera ayer y, desde la primera señal, aquella explosión dio mala espina. Poco a poco se nos vino encima la magnitud de la catástrofe que, pese a estar semi noqueados como cualquier bicho viviente, en los medios se transformó en una avalancha de mensajes y en otro tipo de sinvivir para sacar la faena. Entonces el Gobierno apuntó directamente a Eta, lo que llevó a que algunas cabeceras nacionales tuvieran que pedir perdón por haberse dejado arrastrar en el torbellino. En provincias también se preparaban ediciones especiales y, sin estar en el cogollito, se vislumbraban señales evidentes de que la historia no estaba clara ni mucho menos, sobre todo a raíz de las intervenciones procedentes del País Vasco desmarcándose del horror, lo que llevó a más de uno ya a media mañana a cambiar el paso editorialmente hablando. Pero eso no arredró al diseñador del plan y, durante esa y siguientes jornadas, instó al dúo Acebes&Zaplana a mantenella e no enmendalla batiendo además el récord mundial de comparecencias. La manipulación de Aznar se llevó por delante al candidato tres días después en las urnas. A un mes vista de una nueva cita, al mismo que viste y calza se le ha colado otra amenaza y no está dispuesto a repetir el papelón del ínclito. Dejando al lado a Mas por el flanco que hay abierto, a Rajoy sólo le falta volver a reunirse con Ximo Puig aunque no lo descarten. Todo quisque está moviéndose para trasladar lo capaces que son de intermediar: Sánchez se ha sentado con líderes musulmanes; Iglesias ha ofrecido colaboración tras rebajar sus palos al pacto antiyihadista y Rivera... bueno, a Rivera es que es muy difícil seguirlo. El descuelgue de Cataluña ha pasado tan a segundo plano que la Cup caza moscas y, a los convergentes, los han pillado sacando billete de ave a Madrid. Lo que es la vida.

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