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Toni Cabot

La atalaya

Toni Cabot

Todos los caminos conducen a Bruselas

Bruselas. He aquí la palabra mágica que delimita el debate. No hay más. Cuando la Comisión Europea se pronuncie acerca de la legalidad que reviste la operación de los 18 millones de euros que avaló en 2010 el Consell para que el Hércules obtuviera un crédito por tal cantidad de la extinta CAM (hoy Banco de Sabadell) se conocerá quién posee vela en este entierro. Mientras tanto, todo lo que se escuche son gritos al vacío, cuestión de ruido.

Manda Europa. El comentario que circula desde hace tiempo entre expertos en la materia es el que da por seguro que la Comisión Europea obligará a devolver el dinero a las arcas públicas. Si así fuere, el siguiente paso apunta a que Bruselas podría instar al Banco Sabadell/CAM a devolver a las arcas públicas los 18 millones del aval que ejecutó tras constatar el impago del crédito concedido a la Fundación Hércules. En ese caso, Bruselas daría por finalizada su misión y el Consell/IVF quedaría fuera del escenario al recuperar el dinero prestado.

¿Y quién paga? La pelota quedaría en el tejado de la entidad bancaria, a la que únicamente le interesará recuperar la cantidad prestada. Ante ello, se vislumbran dos caminos:

a) Poner a subasta las acciones que pasarían a su poder al heredar los bienes de la Fundación Hércules por el impago.

b) Negociar la deuda con los gestores del Hércules para recuperar los 18 millones con un pago aplazado.

¿Y el estadio? El Rico Pérez, propiedad de Aligestión, es la prenda que el IVF posee, por el momento, para recuperar el dinero que avaló en el crédito concedido por el Banco de Sabadell. Sin embargo, si la Comisión Europea dictamina que la operación con dinero público es ilegal y, acto seguido, actúa obligando a la entidad bancaria a devolver a la Generalitat los 18 millones que reclamó por su condición de avalista, el estadio regresaría, sin ataduras, a Aligestión, que únicamente tendría que ponerse al día con los recibos pendientes para asegurarse su propiedad. Y a partir de ahí, nadie más que esta última sociedad podría comerciar con la instalación.

Gritos al vacío. Sólo son eso, charlotadas que hablan de subastas o jeques a la vuelta de la esquina como potenciales inversores. En tanto no se defina Bruselas, nadie puede comerciar con el Hércules, simple y llanamente porque será la Comisión Europea con su decisión la que aclare quién se quedará con las acciones del club alicantino.

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