He decidido renunciar al acta de concejal y abandonar la política después de 12 años dedicada al servicio de los vecinos de El Campello, por desencanto con la misma y, tras haber recibido un hostigamiento político dirigido a impedir que ejerza mi libertad política como representante de la Corporación Local, sintiéndome intimidada por agresiones psicológicas y morales.

En este período he aprendido mucho, al tiempo que he evolucionado, y de ello debo ahorrar lo mejor, entre lo que permanece mi convencimiento de que los partidos políticos son la herramienta de participación, desarrollo y cambio social, pero al tiempo que he aprendido, porque he comprobado lo contrario, que no pueden ser el medio de vida de desaprensivos que se aprovechan de los demás, traicionando su confianza y donde prevalezcan los objetivos personales de cada uno frente al interés general de los vecinos, que en el presente caso, son los de El Campello.

Cuando renuncié al acta de concejal en el Ayuntamiento de El Campello en la anterior legislatura, lo hice a causa de la falta de sensibilidad del equipo de gobierno del PP ante las necesidades reales de los vecinos (todos conocen esta realidad), sin embargo, siempre dejé abierta la posibilidad, porque me sentía capaz y mantenía la ilusión, de que la gestión y aspiraciones de las necesidades de los vecinos de este municipio se pueden mejorar aportando mi colaboración, mi trabajo y mi experiencia en la gestión pública. Sin embargo, vuelvo a encontrarme en la tesitura de dimitir, ya que las personas que me acompañaron en el nuevo proyecto de Ciudadanos, inexpertos en la problemática del municipio, parecen guiarse por intereses individuales, causa que me impide alimentar esas pretensiones, y no dispongo de recursos para luchar contra ellas y, más aún cuando el partido Ciudadanos, siendo gran conocedor de la situación de la agrupación local de El Campello, hace oídos sordos, todo ello unido a su sistema machista y patriarcal que sigue encontrando formas para disminuir la voluntad política de las mujeres de participar en la toma de decisiones desde diferentes estamentos. Estoy convencida de que cientos de mujeres desisten de participar en cada nueva elección (situación poco visualizada) como consecuencia de un conjunto de actos dirigidos contra ellas para coartar su derecho a la participación política y al ejercicio de la función pública.

No puedo dejar de agradecer, enormemente, la oportunidad de haber podido ser partícipe directa en el desarrollo de El Campello, mi pueblo, y en la mejora del bienestar de sus ciudadanos, tarea que no ha sido difícil gracias a los empleados públicos de este Ayuntamiento, y he de expresar mi agradecimiento por haber podido experimentar momentos de crisis en los que siempre me he sentido apoyada por compañeros de la Corporación, aunque ajenos, momentos que han contribuido a mi desarrollo personal y que han servido para reforzar mi ilusión inicial de que la gestión y aspiraciones de las necesidades de los vecinos de El Campello se pueden mejorar, siempre y cuando exista voluntad real para ello, dejando de lado las aspiraciones personales de quienes se incorporan a la política con esa exclusiva finalidad, y donde prima más la expansión corporativa que el ejercicio de un control, interno y externo, de cualquier desaprensivo que, con intereses adulterados, pretenda utilizarnos a todos, políticos y ciudadanos para encontrar un medio de vida en la política a falta, en no pocos casos, de un sustento real a nivel personal.

Considero que existe una necesidad imperiosa de aportar a la gestión política realismo y sentido común, y creo necesaria la construcción de una Administración al servicio del ciudadano en la que no quepa clientelismo ni despilfarro. No se debe vivir de la política (yo no vivo de ella), sino aportar a la política el trabajo, las capacidades y la voluntad de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de El Campello. Y por último, aunque no menos importante, reivindico la necesidad imperiosa de crear una ley que penalice el acoso político y permita frenar uno de los mecanismos machistas que inhiben a más mujeres de participar en la vida política activa de nuestro país.