Las olimpiadas del 92 se cerraron clamorosamente por Los Manolos, al compás de la rumba catalana: Amigos para siempre, y por supuesto en castellano, ¿por qué no?, 23 años después los amigos para siempre son Mariano Rajoy y Artur Mas, paradójicamente. Se puede escribir, ¿por qué no dadas las circunstancias?, que ambos líderes disponen de un secretísimo Teléfono Rojo (que desconoce la Cia y el exKGB, no tan ex) y les permite ponerse de acuerdo. Mas, después de ir perdiendo diputados en el Parlament, el escándalo provocado por su amigo Pujol (al que sigue visitando), entusiasmado por las manifestaciones independentistas, que no convocó, decidió declararse más independentista que nadie. Seduce a ERC y montan una lista en donde hay candidatos de derecha y de izquierda; dos partidos enfrentados que se unen tras una bandera. Un matrimonio condenado al divorcio.

Ya son tres siglos, desde la Guerra de Secesión, que las relaciones entre Madrid y Barcelona no son cordiales. La política catalana cuando la transición contó con algún estadista, Josep Tarradellas Joan, que volviendo del exilio Adolfo Suárez le reconoció la legitimidad del cargo que ostentaba, nombrándole presidente del Gobierno preautonómico (1977); ocho años después fue nombrado marqués de Tarradellas por el Rey Juan Carlos I. Tarradellas no cometió el error de declarar la República Catalana, como cuando en Madrid se proclamaba la República Española. Tarradellas, conviene recordarlo, afirmó en 1985, criticando a Jordi Pujol, que «la gente se olvida de que en Catalunya gobierna la derecha, que hay una dictadura blanca muy peligrosa, que no fusila, que no mata, pero que dejará un lastre muy fuerte». Pascual Maragall cuando en el Parlament comentó que el problema que tenía CIU era el tres por ciento, provocó indignación. Tarradellas ya se había dado cuenta, Pujol entonces era moderado y permitía la estabilidad del Gobierno del Estado, gobernando tanto el PSOE o el PP. Aznar viajó a Barcelona y se le ocurrió decir públicamente que en la intimidad hablaba catalán. Se humilló como ahora Mas ante la CUP.